lunes, 28 de mayo de 2012

LA NOCHE DEL MURCIÉLAGO 45: BATMÓVIL


(PARTE DEL CAPÍTULO MONDO BATMAN)

BATMÓVIL

En una cultura tan ligada a la industria automovilística como la americana, donde casi podríamos decir que el coche es la medida del hombre, Batman tiene el mejor coche. Puede que Superman vuele y sea invulnerable, pero siempre estará acomplejado por no poder lucir una máquina tan flamante como el poderoso Batmóvil. Originalmente, Batman simplemente conducía un “coche potente”, pero ya en Batman 5 (1941) exhibe una máquina personalizada con los distintivos del murciélago, demostrando el escaso interés que el Detective Enmascarado siente por el camuflaje, digan lo que digan. Sin embargo, el auténtico Batmóvil clásico debutaría en Detective 152 (1949). Con su carlinga de cristal -antibalas, por supuesto-, su foco proyector como remate, su gigantesca aleta dorsal y, sobre todo, su mascarón frontal con la cabeza del murciélago, este auténtico tanque es un prodigio de diseño que nos recuerda una época en la que no existía crisis del petróleo, problemas de aparcamiento ni atascos desesperantes, una época en la que los coches grandes como dinosaurios surcaban orgullosos la faz de la tierra. Por eso no sorprende que fuera sustituido precisamente por la antítesis de esa idea, un deportivo descapotable a lo James Bond que certificaría el “New Look” en Batman 164 (1964). A partir de los 70, el Batmóvil no ha estado demasiado claramente definido, y los dibujantes se toman tantas licencias, sobre todo en los últimos tiempos, que hay que pensar que Batman posee un amplio garaje repleto de diversos modelos que escoge a capricho. La clásica versión de la serie de TV era encantadora, y el primer modelo cinematográfico, así como el de la serie de animación, están exquisitamente concebidos, con una mezcla de aire retro y de modernidad blindada, cosa que no se puede decir de los chismes presentados en Batman Forever y Batman & Robin, recargados e inútiles trastajos ornamentados churriguerescamente.

Pero si el Batmóvil es el más reconocible de los elementos que usa Batman, no es, por supuesto, el último. En un alarde de anticipación a la era del merchandising, Kane y Finger supieron convertir rápidamente a su héroe en una auténtica “marca”. Así, a menudo echaría mano del Batplano (modernizado en “The Birth of the Bat-plane II”, Batman 61, 1950), el Batarang y por supuesto el práctico cinturón utilitario. Cuando las fuerzas del orden necesitaban la presencia del enigmático luchador contra el crimen, recurrían a la Batseñal, que se estrenaría en Detective 60 (1942), y entonces el Dúo Dinámico salía raudo de su cubil, la Batcueva sita bajo Wayne Manor (¡también es casualidad que los padres de Bruce construyeran su mansión encima de semejante caverna natural!). “La Batcueva salió directamente de Popular Science -recordaría Bill Finger.- Tenía un dibujo en corte lateral de unos hangares subterráneos y cómo se podían sacar los aviones usando tornos. Lo recorté y dije “Dios mío, esto es genial.” Y le di el dibujo a Bob. Lo copió punto por punto, añadiendo las estalactitas y estalagmitas para darle un toque misterioso.” El serial cinematográfico de 1943 añadió la famosa entrada por la escalera en espiral oculta detrás del carillón. Trasladada durante durante los 70 a una estación de Metro abandonada en Gotham City, desde su regreso a su localización natural en las afueras de la ciudad a principios de los 80 ha reforzado su condición no sólo de base de Batman en la lucha contra el crimen, sino también de santuario y auténtico hogar del Señor de la Noche y sus aliados más cercanos.

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