martes, 16 de agosto de 2011

DOS CLÁSICOS


En los últimos meses han aparecido en España dos cómics con auténtica categoría de clásicos que permanecían inéditos hasta este momento en nuestro país: Él fue malo con ella [He Done Her Wrong] (1930), de Milt Gross, y Binky Brown conoce a la Virgen María (1972), de Justin Green. Ambos títulos son del máximo interés para cualquier lector casual pero, muy especialmente, para quien quiera conocer la historia del medio. En concreto, los dos están muy estrechamente ligados a la historia de la novela gráfica.

En el caso de Él fue malo con ella, podríamos decir que es el primer cómic que reúne todos los rasgos que hoy en día asociamos con este movimiento: está dirigido a adultos, es una historia larga y completa, se publicó en formato libro para un público general, es una obra de autor. Sin duda, uno de los más indiscutibles candidatos a precursor de la novela gráfica.

En cuanto a Binky Brown, forma parte del comix underground americano original, y en su día se publicó en el formato predilecto de este movimiento, el comic book, pero ha sido redescubierto en nuestros días como punto de origen del cómic autobiográfico que tan importante ha sido para el descubrimiento del cómic de autor contemporáneo.

Ahora no tengo tiempo para extenderme sobre ambos volúmenes, pero tampoco quería dejarlos pasar sin llamar la atención sobre ellos, de manera que en este post voy a reproducir las líneas que les dedico en mi libro La novela gráfica (Astiberri, 2010). No tengo las ediciones españolas de ninguno de ambos títulos, de modo que omito cualquier comentario sobre sus posibles bondades o defectos. Indico únicamente que la de Él fue malo con ella corre a cargo de Manuel Caldas, y la de Binky Brown conoce a la Virgen María, de La Cúpula.


Él fue malo con ella (1930), Milt Gross.
«Probablemente el más importante de estos libros fuera He Done Her Wrong (1930), de Milt Gross. Planteado explícitamente como una parodia de las novelas de Lynd Ward, He Done Her Wrong es un trepidante melodrama humorístico que sirve de puente para establecer esa comunicación imposible entre el reino de los auténticos cómics y el de las novelas sin palabras. Hoy un tanto olvidado, Gross fue, en efecto, uno de los más brillantes historietistas de su momento, en su día creador de numerosas series de éxito y forjador de expresiones deformadas del lenguaje yiddish que se integraron en el habla popular. En He Done Her Wrong tomaba los elementos típicos de cualquier folletín de Hollywood y los convertía en una odisea del mundo moderno que funcionaba como espejo deformante de las nobles y patéticas visiones de Ward, cuyo God's Man parodiaba explícitamente en algunos momentos. Un inocente trampero es engañado por su artero socio, que le roba a su chica. El trampero viajará a la gran ciudad para recuperarla, embarcándose así en una sucesión de peripecias resueltas en frenéticos gags visuales que, por la acelerada inercia narrativa del dibujo, recuerdan a las aventuras de los personajes de Töpffer. Todos los tópicos del azar inverosímil propios del melodrama de Hollywood son explotados por el perverso humor de Gross. He Done Her Wrong llevaba un subtítulo articulado en dos niveles que parecía condensar muchas de las cuestiones que venimos tratando en estas páginas: The Great American Novel... Not a Word in It; No Music, Too (La gran novela americana... sin una palabra en ella; y sin música, tampoco). Por un lado, proclama --humorísticamente, claro, pero aún así...-- su condición de aspirante a "Gran Novela Americana". ¿Por qué no iba a recaer tal título en un cómic? Al fin y al cabo, el cómic había sido adoptado como una creación artística genuinamente americana, junto con el jazz, la animación y el cine, todas ellas formas artísticas secuenciales, y había sido consagrado por ensayistas como Gilbert Seldes en The Seven Lively Arts (1924). Pero el subtítulo anunciaba que esta "gran novela"carecía del componente más básico de las novelas, las palabras, y nos advertía de que tampoco llevaba sonido, lo que de nuevo vinculaba el libro con el mundo del cine. En realidad, la relación entre el slapstick de Gross y el humor de Keaton y Chaplin es muy estrecha a lo largo de toda la novela. El ambiente de las montañas donde se inicia el cómic remite inmediatamente a La quimera del oro (1925), del genio inglés». (La novela gráfica, pp. 86-87).


Binky Brown conoce a la Virgen María (1972), Justin Green.
«Pero, sin duda, el género más importante que introdujeron los historietistas underground, y que de hecho sería fundamental para la construcción de la novela gráfica contemporánea, será el de la autobiografía. En Crumb ya se había mezclado la ficción con la confesión, al introducirse a sí mismo como personaje y dirigirse expresamente al lector en primera persona, revelando ante el mismo sus verdaderas obsesiones, en especial las sexuales. Aline Kominsky --que con los años acabaría casándose con Crumb, precisamente-- también realizó las que algunos consideran primeras historietas autobiográficas a principios de los setenta. Pero la propia Kominsky reconocía como verdadero punto de partida de la historieta autobiográfica a Binky Brown Meets the Holy Virgen Mary (Binky Brown conoce a la Santa Virgen María, 1972), de Justin Green: "Aproximadamente en esa época, cuando estaba en la escuela de arte, vi el primer Zap y no me lo podía creer. Es que no me lo podía creer. Y poco después vi Binky Brown Meets the Holy Virgen Mary, de Justin Green, y eso fue definitivo para mí. Cuando vi el trabajo de Justin, supe cómo podía contar mi historia. Cuando vi Zap Comix me quedé impresionadísima, pero esos tíos eran tan buenos que no podía imaginarme haciendo lo que hacían ellos. Era tan bueno; era demasiado difícil. Pero cuando vi el trabajo de Justn, me dio una forma de ver cómo podía hacerlo yo. Me ayudó a encontrar mi propia voz, porque sonaba muy auténtico. El dibujo era tan sencillo y tan personal, y me pareció lo más grande que había visto en mi vida. Comprendí que sólo quería hacer algo parecido. No me importaba, no pensé en quién lo leería o por qué lo leerían, lo único que quería era hacer algo como lo que había hecho él, para mí".
Si el sexo, la violencia y la parodia o el homenaje a géneros del pasado como el horror y la ciencia-ficción, o bien la mezcla de todos estos elementos, habían dominado la mayoría de los cómics underground, casi siempre con la justificación del humor como último horizonte, Binky Brown planteaba un relato de otro orden que escapaba a las definiciones genéricas y a la cita referencial irónica. Aunque aparentemente humorístico, Binky Brown (un álter ego apenas disimulado del propio Justin Green) era principalmente una memoria. La historieta, de 40 páginas --una extensión más que considerable para los usos del momento--, narraba la lucha del protagonista contra sus ansiedades sexuales durante su adolescencia, aquejada de lo que hoy se conoce como Desorden Obsesivo Compulsivo. La sinceridad y la seriedad con la que estaba contado abría la posibilidad de utilizar el cómic como algo más que herramienta de provocación fácil contra el sistema de "los adultos" y para el derribo de la moral social caduca. Binky Brown construía más que destruía. Art Spiegelman encontró en sus páginas las claves para escapar de los tópicos que el propio underground había generado en su rápido desarrollo, y pudo utilizarlo como guía para enfrentarse a sus propias memorias familiares. El propio Spiegelman diría que "sin Binky Brown no habría Maus". Y sin Maus, podríamos añadir nosotros, no existiría la novela gráfica tal y como hoy la conocemos». (La novela gráfica, pp. 154-156).

2 comentarios:

Octavio B. (señor punch) dijo...

"Él fue malo con ella" se me pasó TOTALMENTE, tengo que sacar la caña de (re)pescar :D

PD verificatio: la palabra imposible de verificación se asemeja mucho, demasiado, a "clítoris".. que está el Paaapa en España, hombre, un poquito de..

Pepo Pérez dijo...

vas a fliparlo cuando lo leas. Ya verás, ya.