lunes, 31 de mayo de 2010

DE AQUÍ NO SALE NADIE VIVO

Desde que leí Notas al pie de Gaza no había leído un tebeo que me impresionara tanto como Operación muerte (Astiberri, 2010), de Shigeru Mizuki. Sí, ya sé que el de Sacco lo leí en abril, no hace ni dos meses, pero desde entonces he leído decenas, creedme, de modo que la afirmación tiene su peso. Por comparar a Mizuki con Mizuki: esto se come con patatas a Nonnonba, que ya es decir, porque Nonnonba es una obra maestra.
Operación muerte merece algo mejor que lo que yo pueda darle en este blog, así que me limitaré a unas notas rápidas que no le hacen justicia antes de replegarme a mi cueva y seguir currando. Es una obra de denuncia de la guerra, sí, pero que está más cerca de Berlanga que de Kubrick (lo digo por si estáis pensando en Senderos de gloria), aunque bien pensado al final acaba más cerca de Kubrick que de Berlanga. O no. Probablemente acaba en otro lugar completamente distinto, que es 100% Mizuki. El caso es que sí, Mizuki nos cuenta el absurdo de la guerra, y nos lo cuenta de primera mano, que él lo vivió y nos asegura en un texto añadido que el noventa por ciento de lo que se ve en el libro es real. Pero no nos lo cuenta por la vía dramática, sino por la cómica. Por momentos -lo chusco de la situaciones y lo episódico de la narración- me recordaba a M.A.S.H., explotando ese humor ridículo que sólo se da en la guerra y que, reconozcámoslo, a veces hay que tener mucho estómago para aceptar. A partir del primer episodio, con las prostitutas que no dan abasto, cada situación es más cómica y, al mismo tiempo, más patética. Me acuerdo ahora mismo de la pesca con granadas de mano y de cómo acaba uno de los pescadores, por ejemplo. Mizuki se ríe de la muerte. Pero con cierta humildad, mientras recibe una bofetada por negarse a ir a buscar agua, y pasa hambre y tiene ganas de cagar y sueña con dejar de ser virgen antes de morir.
Mizuki no se las da de héroe, y cuando por fin se produce el desembarco enemigo que llevamos esperando durante todo el libro, el contraste entre el estilo seudofotográfico de las escenas bélicas y las caricaturas desdibujadas de los protagonistas nos recuerda que las personas de verdad nunca estamos a la altura de la épica de la historia.
Tal vez no como guerrero, señor Mizuki, pero como artista, usted está por encima de todo.

TRIVIALIDADES

Voy a hacer una ensalada injustamente precipitada con tres tebeos a los que veo algo en común. A lo mejor son alucinaciones mías, pero vamos a ello. El primero es Pirueta (Una china en mi zapato, 2010), de Charles Dutertre, un señor a quien descubro con este título. Entra directamente en una corriente que se está explotando mucho (muchísimo, diría alguno) últimamente: la memoria de la infancia, basada en episodios aparentemente banales, y preocupada de la reconstrucción de ambientes, sabores y evocaciones. Todo con un estilo infantil y con ambientación rural, y hasta agrícola. El protagonista (narrador) y su hermano pasan el verano en la granja de los abuelos, y se suceden todo tipo de situaciones banales. No hay intención de hacer un gran cuadro, el autor sólo quiere la pincelada. O mejor, cambio de metáfora: el autor lo que quiere es sacar cuatro fotos viejas de la familia y explicarte un poco lo que le traen a la memoria. Es amable y bonito, aunque a veces peca de inofensivo.

Tal vez menos deliberadamente banal, pero moviéndose igualmente en pos de cierta trivialidad vocacional, es el juego emprendido en Usted está aquí (Dibbuks, 2010), una especie de revista comandada por José Luis Ágreda, Fermín Solís y Juan Berrio de la que han salido dos números de golpe en el pasado Salón del Cómic. Usted está aquí plantea pequeñas historias urbanas levemente humorísticas, levemente tiernas, levemente románticas y levemente azarosas. En general, leves. Como Pirueta, tiene cierto aire a producto de los 90 que te descoloca un poco. Igual nos hemos vuelto muy serios y graves para los entretenimientos ligeros. Al final, es una colección de historietas cada una de su padre y de su madre, y lo que queda, como siempre, son algunas páginas que te deslumbran más que otras. En mi caso, las de Miguel B. Núñez (véase ilustración, y me quedo con la duda de si el comienzo está inspirado en el comienzo de un episodio de The Wire), Ágreda, Berrio, Lorenzo Gómez y Brais Rodríguez.

El tercer tebeo que busca deliberadamente lo trivial me temo que tiene ya, sin embargo, claras hechuras de obra mayor. La felicidad inquieta (Sinsentido, 2010), de Lewis Trondheim, es el tercer volumen de «Las pequeñeces de Lewis Trondheim», que rápidamente se está convirtiendo en mi serie favorita de la descomunal producción del francés. Probablemente las entregas anteriores eran más divertidas o más ingeniosas, pero a mí lo que me gusta de estas historietas de una página es que no aspiran a nada, ni a ser divertidas ni a ser ingeniosas, sólo a ser un testimonio a menudo perplejo de lo cotidiano. Trondheim se ha construido un personaje de cascarrabias entrañable al que ya reconocemos y con quien participamos en el juego, y ha sabido dejarse fuera todo lo denso y comprometedor que tendría una verdadera autobiografía, para dejarnos sólo con aquello que nos contaría el autor cuando, de buen humor y con una botella de vino ya vacía, se animara la conversación en un grupo de esos que hacemos en un salón del cómic, donde todos nos medio conocemos pero tampoco hay intimidad. Sí, es una colección de estampas triviales y superficiales, no hay grandes revelaciones ni una sustancia importante, lo reconozco. En eso justamente se parece a la mayor parte del tiempo de nuestras vidas.

FOTOCOPIA

Si algo tienen en común algunos tebeos de los ochenta que me he releído últimamente es que creo que serían impublicables hoy en día. Lo pensé con Taxista, de Martí, lo he pensado con Daredevil Born Again, de Frank Miller y David Mazzucchelli, y ya os podéis imaginar si lo he pensado con el tomo integral Ranx (La Cúpula, 2010), de Tamburini, Chabat y Liberatore. Para el que no sepa de qué estoy hablando, me limitaré a explicar que Ranx es un producto del punk italiano cruzado con la mugre neoyorquina, un cyborg de los tiempos de Deathlok y Terminator, con tan poca educación como todos los cyborgs que se precien de serlo, y con una novia de doce años, Lubna, que es una máquina de tirarse todo lo que camina. El ambiente es declaradamente ballardiano, y los personajes transitan por un paisaje frenético de hiperviolencia, sexo y ciencia-ficción descebrebrada donde nunca pasa nada. Dejémoslo claro: las historias de Ranx son casi imposibles de seguir, y son profundamente aburridas y horteras. Digamos incluso que son una apoteosis de la brutalidad cursi. Todo lo cual entra, por si alguien me ha malinterpretado, en el capítulo de las virtudes del tebeo, que es monótonamente mecánico y profundamente inhumano, como debería ser un verdadero tebeo-cyborg protagonizado por una fotocopiadora viviente. La narración es un puro amasijo de escenas, todas tan pasadas que son directamente insultantes hacia el lector, y ésa es la gran lección que nos deja para hoy en día. Junto con otras reediciones -como la reciente del Gustavo de Max- que La Cúpula está sirviendo reempaquetadas para los tiempos modernos, nos recuerda de dónde viene El Víbora y cómo nació esa editorial. Ojalá tanta incorrección política se pudiera inyectar en la novela gráfica actual, como un antídoto contra el aburguesamiento. Y de otra cosa no, pero de inyectar, Ranx sabe un rato.

PARA CAGARSE

Me da mucha rabia que se me pasen las semanas sin comentar lecturas recientes, pero últimamente he ido demasiado pillado para extenderme en el blog. Y lo sigo yendo, pero ya no me aguanto más, que la mitad de la gracia de leer un tebeo está en comentarlo, de modo que me reservo un ratito para escribir cuatro líneas sobre algunas cosas que me he leído últimamente.
Empiezo por El baño violeta (Diábolo, 2010), de Gustavo Sala, un librito que recopila la serie «El baño», la serie «Violeta macho» y algunas otras cosillas sueltas. Al argentino Sala lo conoceréis de El Jueves, donde publica desde hace algún tiempo, y en Tebeosfera podéis leer una entrevista con él, así que prescindo de presentaciones y paso directamente al meollo.
Sala pertenece a esa estirpe de humoristas abigarrados y tensos que salen disparados por la primera viñeta y siguen completamente acelerados hasta el final. Tanto «El baño» como «Violeta macho» son breves episodios de humor surrealista que se leen con la urgencia de quien corre a aliviarse de un apretón (la imagen es oportuna, dado que el argumento base de «El baño» es que el protagonista quiere cagar y no puede). Cada historieta es como un chiste-cuento que sigue una lógica extraña pero coherente, apoyándose en reiteraciones, como el humor oral de toda la vida, y que divierte por la sorpresa: detrás de cada viñeta puedes esperar cualquier cosa, y normalmente lo que sucede es lo que no te esperas. Pero tiene algún sentido absurdo. Al principio, «El baño» (que me parece la superior de las dos series) mantiene una estructura cíclica que es muy ocurrente, y que al cabo de cierto tiempo empieza a ser un poco rayante y a perder vigor. Pero es porque probablemente este libro no es para leerlo de seguido, sino de poco a poco, por ejemplo en cada visita al cuarto de baño, sí, era evidente, lo siento pero no podía dejar de decirlo. Sala es un talento a tener en cuenta, y El baño violeta un libro de humor que da para mucho, en las fronteras entre lo zafio y lo arty.

LA NOVELA NEGATIVA

José Torralba reseña La novela gráfica en Zona Negativa.

domingo, 30 de mayo de 2010

MÁS NOVELA (GRÁFICA)

Ayer salió en ABCD una reseña de La novela gráfica firmada por Manuel Muñiz Menéndez. Se puede consultar en la página web del periódico, pinchando aquí.

Además, otra reseña, ésta de Jorge Duarte, en el blog La vida en viñetas.

sábado, 29 de mayo de 2010

AGAIN

Una vez más, vuelvo al tebeo que probablemente he releído más veces en mi vida adulta.

viernes, 28 de mayo de 2010

JAVIER OLIVARES Y JIM STERANKO, JUNTOS EN CAPITÁN AMÉRICA

Es un dato poco conocido de la historia Marvel, pero Javier Olivares y Jim Steranko colaboraron en un número de Capitán América. El dato es tan poco conocido que probablemente el mismo Jim Steranko lo ignore, pero por fin ha llegado el momento de hacerlo público.
Javier coloreó la historia de Steranko para Capitán América 4 (Vértice), cuando todavía no era conocido en el mundo del cómic profesional. Hoy ha recordado el curioso suceso cuando estaba recogiendo cajas en el estudio que ahora desaloja. Ha señalado una estantería con ejemplares de tebeos de Vértice y me ha dicho: «Si los quieres, para ti». Y es entonces cuando he descubierto esta pequeña obra de arte de la que reproduzco algunas muestras:
Viendo los ejemplos, es evidente que Javier sabía de qué color era Hulk (perdón, la Masa), que no aparece en la portada del tebeo, pero no había visto nunca coloreado a Bucky (Rick Jones, en este episodio) y tuvo que improvisar según le dictó su gusto estético, ya revolucionario por entonces.
A los que os habéis criado con tebeos de Forum os parecerá muy primitivo que los viejos leyéramos tebeos de superhéroes en blanco y negro, pero quizás no todos sepáis que también teníamos superhéroes a color. Aunque, por supuesto, eso no significaba que nos ofrecieran una imagen más fidedigna de los auténticos tonos de los superpersonajes americanos. Queda claro en otro par de ejemplos sacados también de la colección de Javier, a punto de ser embalada. Primero, con este tebeo de Los 4 Fantásticos por el cual estaría dispuesto a matar a mi amigo, si hubiera terminado ya de dibujar el proyecto que nos traemos entre manos:
Obsérvese el pintoresco colorido del austero Doctor Muerte (y éste no está pintado con ceras):
Editorial Valenciana, que durante una época publicó cómics de DC, también tenía por costumbre colorear en casa los tebeos yanquis. Fantástico este Batman de capa verde procedente de otro de los hitos del Archivo Olivares. Debo decir que a mí, de chaval, me volvían loco los extravagantes colores del Batman de Valenciana:

Este pequeño arranque de nostalgia enlaza bastante bien con un reciente post de Pepo en Es Muy de Cómic, en cuyos comentarios además se observaba que la portada de Spiderman de Vértice reproducida allí había sido repasada con bolígrafo, al menos en su figura principal. Yo era de los que hacía eso. Y lo de los colores también.

jueves, 27 de mayo de 2010

LA NOVELA GRÁFICA EN LA MAR

Ya se puede escuchar (o descargar, según los gustos) el podcast de El estado de la mar dedicado a La novela gráfica. Andrés Oliva y Daniel de Partearroyo me invitaron a charlar sobre cómics y lo estuvimos haciendo durante una hora. A los interesados por la cultura actual les recomiendo echar un vistazo por el archivo del programa, donde encontrarán entrevistas con Carolina León y Elena Cabrera, acompañadas de Alvy Singer, hablando de literatura, con Borja Cobeaga de cine, y con Jordi Costa y Darío Adanti de Amenábar, entre otras cosas.
Andrés y Daniel fueron los responsables de organizar las jornadas UCMCOMIC en la Universidad Complutense que tan buen recuerdo nos dejaron a todos.

miércoles, 26 de mayo de 2010

LA CRÍTICA DE CÓMICS (O DE NOVELAS GRÁFICAS)

«Hace aproximadamente un año en The Grove, un centro comercial de Los Ángeles, bajaba por las escaleras mecánicas de una librería de tres pisos de Barnes and Noble. Dos niñas adolescentes, de 13 ó 14 años, iban delante de mí, discutiendo el tema clave del día:

Chica nº 1 - ¿Entonces qué es una novela gráfica?
Chica nº 2 - No puedo creer que no sepas lo que es una novela gráfica. Una novela gráfica es seria. Los cómics son graciosos.
De ninguna manera pretendo que este diálogo fuera definitivo. Ahora bien, que las adolescentes de los centros comerciales discutan cómo hay que llamar a los cómics, eso sí que es un momento definitivo. Sobre cómo los cómics se convirtieron en un tema candente -para el público de los Temas Candentes, y para los votantes de los Óscar, y los comités del Guggenheim, y los bibliotecarios públicos que alimentan las secciones de cómics, y los soportes para reseñas de libros importantes, y en su propia lista de best-sellers en el New York Times- es sobre lo que trata este libro.
Y si se me permite, no puedo creer que no sepa cómo llamar a las "novelas gráficas". O, al menos, desearía conocer un término que cubriera la ficción con dibujos, la no ficción gráfica, las picto-novelas, el humor de tono poético, el cómic autobiográfico y los garabatos con palabras. Graciosos o no, yo los llamo cómics. En cuanto a la clase que se discute en este libro, lo llamo cómics literarios o cómics "lit". Esta antología cubre textos y pensamientos críticos, y algunas historietas, de los años 2000-2008: concretamente, desde el 12 de septiembre de 2000 hasta 2008. El 12 de septiembre es el día que Pantheon publicó Jimmy Corrigan de Chris Ware y David Boring de Daniel Clowes. A partir de ese momento, los cómics literarios ampliaron su distribución, su acceso y su interés público hasta llegar al estado actual».
Ben Schwartz inicia así su introducción al volumen The Best American Comics Criticism (Fantagraphics, 2010), que él mismo ha editado, recogiendo textos, entre otros, de Brian Doherty, Paul Gravett, R. Fiore, Gerard Jones, David Hajdu, Seth, Douglas Wolk, Alan Moore, Peter Bagge, Donald Phelps, Jeet Heer, John Updike, Jonathan Franzen, Daniel Clowes, Dan Nadel, Chris Ware, Rick Moody, Robert C. Harvey, Gary Groth y otros.

martes, 25 de mayo de 2010

HIJOS DEL HORROR

En el último número de Tebeosfera acaban de publicar «Hijos del horror», un artículo que he escrito sobre el horror -o la inquietud, o el miedo- en la novela gráfica contemporánea. Agradezco a los chicos de Tebeosfera que me hayan dado la oportunidad de hacer este texto, porque me ha servido para aprender, y para ampliar en cierta medida el campo de estudio de La novela gráfica, entrando en ciertos detalles muy específicos que no tenían cabida en el libro.
Es curioso que en el artículo hable bastante de Daniel Clowes, y que precisamente poco después de entregarlo leyera Wilson, que creo que habría encajado de lleno con el argumento que propongo. Si alguien lo lee y se anima a comentarlo por aquí, estaré encantado de conocer sus impresiones.

domingo, 23 de mayo de 2010

REGRESO DEL PLANETA DE LOS CÓMICS

Regreso de Valladolid todavía sintiendo el síndrome postraumático de añoranza de los judiones de la Granja que cené anoche y con un montón de trabajo atrasado que recuperar. No es de extrañar que uno vuelva con gusto al Boliche, porque la gente de la asociación el Planeta de los Cómics te da un baño de cariño y humanidad durante tres días que es como una sesión de masaje, sauna y relax para el ego. Me habéis dejado como nuevo, chavales. Qué bien organizada y qué maja es esta gente, y cuánto provecho le sacan a su exiguo presupuesto. Toño, Jorge, Bego, Raúl, Adolfo, Pablo, Luis, Luisa y demás, permitidme que ya os considere amigos.
Aparte, también lo pasamos muy bien con ese par de caballeros que son Kim y Antonio Altarriba, con mi entrañable editor astibérrico Laureano Domínguez, con Pepo Pérez y Alberto García, por supuesto, y con otros amigos que se pasaron por allí como Doc Pastor (a él le he robado la foto que ilustra este post) y David Aja.
Y mientras voy recuperando algo de tiempo libre para actualizar el blog, os dejo con un par de enlaces externos:
La versión ampliada de la entrevista que me hizo Borja Crespo para El Correo, que ahora se puede leer completa en Guía del Cómic.
Una nueva reseña de El Vecino (los tres volúmenes) en Om & Asociados.

sábado, 22 de mayo de 2010

EN PLENO BOLICHE

Por Valladolid, como siempre: pasándolo bien, muy bien.
Ayer tuve charla de La novela gráfica, acompañado del gran Alberto, y esta mañana he disfrutado del encuentro con Altarriba y Kim, a quienes presentaban Toño Garrido y Pepo Pérez.
De todas maneras, lo mejor, como siempre, en las comidas y las cenas.
Hace calor, y dentro de un rato nos vamos a tomar el café. El tema de tertulia, la novela gráfica.
Pues claro, hombre.

miércoles, 19 de mayo de 2010

VUELVO A VALLADOLID


Mañana vuelvo a Valladolid, y lo hago gustoso. Después de lo bien que lo pasamos en los anteriores Diálogos del Sr. Boliche, no podía ser de otra manera. En esta ocasión las estrellas del evento serán Kim y Altarriba, flamantes ganadores con El arte de volar de todos los premios posibles en el Salón del Cómic de Barcelona, que añadieron al Premio Nacional del Cómic de Cataluña que ya habían obtenido, y que sin duda no serán los últimos galardones que recibirán por dicha obra. Es el tebeo del año y del lustro, y en Pucela tendréis ocasión de ver de cerca a los que lo han hecho.

Seguro que serán dos días intensos de charlas sobre cómic y, por qué no decirlo, también de tapas y buen humor. En el cartel tenéis el programa completo. Si os podéis pasar, no lo dudéis.

LA ANTI-NOVELA GRÁFICA

Uno no se enfrenta a una obra nueva de Daniel Clowes de cualquier manera. Cuando se trata de uno de los tres o cuatro nombres que han dado cara a este movimiento (¡él estaba ahí antes que Ware!), y cuando lleva más de un lustro sin engordar su bibliografía con nada serio, uno se toma la lectura de su nuevo libro -su primer libro- como si fuera un acontecimiento.
Eso es problemático.
Así que antes que nada, diré que Wilson (Drawn & Quarterly, 2010) me ha gustado mucho, y que lo he pasado muy bien leyéndolo. Es un Clowes perfectamente reconocible, que vuelve sobre muchos de los temas y personajes que ya ha manejado en su carrera, pero al que nunca había visto tan vivo, tan ágil y tan gracioso. Creo que con Wilson es con el único tebeo de Clowes con el que me he reído en voz alta. He leído un par de opiniones en otro sentido, la de David Muñoz y la de Álvaro Pons, y debo decir que lo que escriben ambos está en el libro, no se lo voy a discutir. Creo que no es tanto una cuestión de que hayamos leído cosas distintas, sino de que somos lectores distintos, y cada uno encuentra en la obra aquello que buscaba (o no). La descripción que hacen ambos se ajusta a la realidad de lo que he leído yo. La diferencia está en cómo te lo tomas.
Clowes vuelve una vez más a la narración por piezas cortas, que es lo que lleva practicando desde siempre (sólo Como un guante de terciopelo forjado en hierro y David Boring se saldrían de ese esquema), y que es ahora mismo una técnica muy en boga en los grandes novelistas gráficos (véase George Sprott, de Seth). Creo que quien realmente ha abierto este camino es Chris Ware, pero en Wilson, Clowes encuentra la forma de hacerlo suyo y alejarlo del modelo Acme, que era el que había practicado en Ice Haven y The Death-Ray. Con Wilson, Clowes consigue un equilibrio entre la reflexión sobre la forma (la historieta de una página, con título propio) y la continuidad narrativa, lo que hace que la lectura tenga mucho ritmo y consiga sumergir al lector, al mismo tiempo que autoriza al dibujante a poner en práctica técnicas anti-realistas, como es el continuo comentario en voz alta del protagonista. Que es, precisamente, lo que le da tanta vida, tanta gracia y tanta chispa a Wilson. Leído, parece muy sencillo, pero la síntesis que ha encontrado Clowes entre los esquemas narrativos de una Little Lulu y los recursos del relato postmoderno no es ninguna tontería. Y funciona muy bien. Este libro tiene un aspecto menos experimental que los dos últimos Eightball. Aunque en gran medida, es más experimental.
Por supuesto, el estilo de dibujo forma parte de todo de manera indisoluble. Clowes alterna entre dos polos de caricatura: la más realista (cargada de texturas, detalles, volúmenes, sombras y juegos de luces con el color) y la más caricaturesca (limpia, exagerada, simple, plana), y entre medias practica todo un rango de variantes. Dejando de lado uno de los posibles motivos para esta decisión (los dibujantes a veces se aburren dibujando siempre igual, y prefieren variar, así de simples son algunas de las decisiones creativas que se toman en ocasiones), la fluidez del trazo corresponde muy bien a la indefinición del propio Clowes (¿cuál es su estilo de dibujo? Porque a lo largo de su carrera le hemos reconocido en registros muy diferentes, sin que podamos decir que ninguno de ellos sea el canónico), que es el más versátil de los maestros de la novela gráfica (Burns, Ware, Seth, Brown, se modulan mucho menos que él), y también a la indefinición del personaje, que es dramático y a la vez patético. Y tal vez en ese dramatismo patético que impregna toda la obra de Clowes se expliquen las propias dificultades del dibujante para dar con una fórmula gráfica definitiva con la que identificarse. Clowes no es el dibujante realista que también hace caricatura, ni el caricaturista que también se vuelve más realista. Clowes es todo a la vez, y Wilson es exactamente lo que vemos en portada: un extraño aborto, un personaje retratado con una extrañísima caricatura realista que lo convierte casi en un freak de feria, un enano deforme y cabezón. Pero real.
Para el debate que tenemos ahora mismo abierto sobre la novela gráfica, es interesante observar que éste es el libro con el que Clowes por fin ha claudicado. A pesar de ser uno de los inspiradores del movimiento, hasta ahora Clowes se ha resistido tenazmente al término (da un poco de vergüenza autocitarse, pero trato el tema en La novela gráfica, con diversas declaraciones de Clowes al respecto), llegando hasta el extremo de parodiarlo con cosas como «comic-strip novel» (en la portada de la edición americana de Ice Haven; en la española suprimido sumariamente por el editor que busca la «etiqueta comercial»). Sin embargo, en Wilson escribe por vez primera «graphic novel» de su puño y letra, en el texto biográfico, y no sólo lo aplica al libro actual, sino retroactivamente a los anteriores. Lo curioso es que describa Wilson como «su primera novela gráfica original», porque en realidad parece haber hecho todos los esfuerzos posibles para alejarla de esa apariencia y, como decía, darle el aspecto de una recopilación de páginas sueltas. Si para algo sirve de ejemplo perfecto Wilson, es para explicar que una novela gráfica no es una novela. Es, casi, una anti-novela.
La experiencia de lectura de Wilson es completamente distinta a la de una novela. Hay otro tipo de novelas gráficas, como el Berlín de Jason Lutes, donde está claro que lo que se busca es una suerte de remedo de una forma de narrar propia de la novela y del cine. En Wilson, sin embargo, se bucea en la propia historia del cómic para encontrar la manera de presentar una narración adulta con características propias. Y ahí está el gran campo de batalla de la novela gráfica para los próximos años, y el gran tema de debate que tal vez habría que discutir (o investigar). Cuando pasé el tribunal del DEA donde presenté La novela gráfica como trabajo de segundo año de doctorado, Fernando Castro, uno de los miembros del tribunal, me dijo -con la perspicacia que a veces tienen los que nos observan desde fuera, sin las orejeras del mundillo- que el tema clave del estudio era, tal vez, la ansiedad por la densidad. Creo que, efectivamente, es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta el cómic en nuestros días, y creo que se manifiesta de forma muy evidente en la obra de Clowes. Wilson es una gran lectura, pero es una hora de lectura, como mucho. Cuesta pensar en ello como una «obra maestra» cuando tiene la ligereza de una comedia indie de las que hay una docena al año (digamos, Art School Confidential, la película, por ejemplo). Y cuando decimos que los cómics no son caros en relación con otros libros, con comparaciones materiales tipo «250 páginas a color por 20 euros es más barato que cualquier novela de 300 páginas en blanco y negro que cuesta 30 euros», olvidamos que el comprador no está pagando por página, sino por minuto de lectura, y que una novela de 150 páginas que cuesta 10 euros supone a menudo una experiencia de lectura mucho más intensa que una novela gráfica de 350 páginas. Y Wilson, por si alguien lo dudaba, no compite por el público de JLA o Los Vengadores, sino por el público de Todd Solondz y Haruki Murakami.
La cuestión entonces es: ¿la novela gráfica va a reclamar su propio territorio siendo más parecida a la novela y compitiendo con ella (y con el cine) cuerpo a cuerpo? ¿O la novela gráfica va a buscar su propio territorio, incomparable, partiendo de la tradición específica del cómic e inventando un arte completamente nuevo que leeremos como algo distinto?
Daniel Clowes, de momento, parece que se apunta a la anti-novela con su primera novela gráfica.

martes, 18 de mayo de 2010

TITÁN, LA FIGURA

Como me ha dado una envidia que te cagas la estatuilla de Silvio José de Paco Alcázar, he decidido que yo no iba a ser menos y que ya era hora de que sacara a pasear por este blog a mi auténtico Titán Edición Limitada. ¡Ea!

LOS ESTUDIOS

Una de las mejores noticias que he leído últimamente es ésta.

Es una noticia que tenía que haber llegado mucho antes, pero ya sabemos que aquí las cuestiones de investigación siempre van un poco lentas. En general. Así que en cómic, más. Pero eso ya no importa, lo importante es que ha llegado, y que trae consigo la promesa de consolidar una situación que era muy complicada. Porque estudiar en el vacío, en la soledad, es muy difícil. Tener colegas con los que intercambiar opiniones y debatir, con los que compartir recursos e informaciones, es absolutamente necesario para que se desarrolle un ambiente de investigación sano y productivo. Y no nos engañemos, necesitamos investigación, mucha investigación, para consolidar el cómic en el mundo cultural. Los tebeos no se imponen como obras de arte ante la sociedad por su propia y evidente calidad. Necesitan ir acompañados de sus estudios. El momento parece bueno, pero hay que aprovecharlo.
Necesitamos, también, generar investigaciones y textos propios, desarrollar una tradición propia de estudio del cómic en nuestro país. Precisamente ayer me llegaba el primer número de Studies in Comics, una nueva revista académica internacional que, obviamente, todavía no me he podido leer, pero que tiene una pinta estupenda. Uno de los participantes en esta primera entrega es Roberto Bartual, de la Universidad Autónoma de Madrid. Y eso está fenomenal, porque tenemos que salir de nuestras fronteras y hacer nuestra aportación al debate global. Basta ya de provincianismo. Pero mejor todavía si la aportación se genera como parte de una dinámica propia, y no como esfuerzos individuales que a veces se agotan en sí mismos. Tenemos tanto trabajo por hacer...
Este fin de semana coincido con Antonio Altarriba en los Diálogos del Señor Boliche, en Valladolid. A ver qué me cuenta del tema. A él y a Álvaro Pons y Manuel Barrero, gracias por poner esto en marcha. Confío en que tenga largo recorrido.

lunes, 17 de mayo de 2010

LA NOVELA DE LOS NOVELES

Elisa G. McCausland me ha hecho una entrevista para los noveles que se puede leer ya online en su último número. Hablamos, claro, de la novela gráfica y de La novela gráfica, pero no sólo de eso.

De propina, un par de reseñas de La novela gráfica en el ciberespacio:
Francisco Naranjo en flora y fauna.
Dani Gómez en Hincando el diente.

miércoles, 12 de mayo de 2010

PRENSA

Recojo algunas notas que han ido apareciendo en prensa y radio sobre las últimas cosas que he publicado (gracias, Fernando, Óscar y Pepo).

Reseñas de La novela gráfica en:

Dolmen 175, mayo de 2010:

AU (Agenda Urbana), mayo de 2010:

Calle 20, mayo de 2010:

Go Mag 111, mayo de 2010:

Popular 1 439, mayo de 2010:
La Libélula, programa de Radio 3, nos entrevista a Pepo Pérez y a mí sobre El Vecino (13 de abril de 2010):

El vecino (Pepo Pérez & Santiago García) (LaLiBéLuLa)

martes, 11 de mayo de 2010

¡CARACOLES!

Tenía muchas ganas de pillar este Duelo de caracoles (Sinsentido, 2010) de Pere Joan y Sonia Pulido, y no me ha decepcionado lo más mínimo. Quiero con esto decir que me ha producido una agradable sensación de desconcierto que te dejan las cosas que necesitan tiempo y relecturas para hacerse amigas tuyas. Mientras tanto, flotan libremente por los recovecos de tu cabeza, asomándose por donde menos lo esperas. Que de momento es en alguna loma lejana del horizonte imaginativo de Emanuel Guibert, Rutu Modan y Eddie Campbell, bajando hacia un valle donde habita el -en esta misma semana, al menos- inevitable 1-Hervir un oso de Jonathan Millán y Miguel Noguera. Y antes de que alguien piense que es barbaridad bárbara comparar la aparente cursilería burguesa de este Duelo de caracoles con el humor extraviado y oblicuo de 1-Hervir un oso, aclararé que me refiero a que ambos comparten una manera actual de entender el lenguaje del cómic, una manera que está entre la señalética y la ilustración editorial de prensa, y que, en definitivas cuentas, y esto es lo importante, intenta construir un discurso reflexivo a través de las imágenes, aunque su base sea realmente la palabra.
No se trata de un discurso representativo, sino descriptivo. Es decir, que si en 1-Hervir un oso renuncian directamente a mostrarnos las cosas (del «Gato Rausán» [16], por ejemplo, ofrecen dos posibles apariencias), en Duelo de caracoles no «vemos» el cielo despejado, la brisa agradable y el brillo de la grasa en las mejillas, es decir, todo aquello que constituye el verano como Dios manda, a través de las imágenes, sino que éstas sólo permiten, como si fueran palabras, que lo reconstruyamos, lo imaginemos o, mejor aún, lo reimaginemos.
Es curioso ver cómo Sonia Pulido maneja un lenguaje absolutamente moderno con una estética retro: remite más a los 60 ye-yés que al verdadero pop internacional. Lo cual es como una banalización de lo banal, y podría parecer un desperdicio de un talento inmenso. Pero habrá que verlo. También podemos imaginar que hay una fina ironía debajo de este preciosismo, y suponer un juego en las miradas y los silencios de los comensales, en las pausas y los espacios en blanco, que sólo se percibe en una lectura a la velocidad del caracol, un animal lento incluso en su cocción (tres horas, indica la receta incluida en el volumen). Tal vez tres horas sean las necesarias para sacar de su caparazón de ñoñería obvia este «duelo» y para zamparse de un bocado su sustancia gelatinosa y ambigua, chorreante.
Tal vez.

RICOS Y PODEROSOS

Hablando de cosas antiguas que son absolutamente modernas: esta página de Superman Chronicles volumen 8 (Action Comics 47, 1942; Jerry Siegel y John Sikela), me ha impresionado. Aparte de que formalmente es bastante rara para la época (una viñeta página repleta de bocadillos de texto), el contenido es tan actual que da escalofríos. Un grupo de ricos y poderosos se reúne para discutir cuál es el más rico de todos. El premio para el que lo sea: tres millones de dólares. Por supuesto, todos son unos canallas y lo proclaman sin escrúpulos, sabiendo que la recompensa por su avaricia será únicamente más dinero.
Uno es un especulador inmobiliario quiere los tres millones para comprar más propiedades. «¿Por qué?», dice. «¡No lo sé! -se contesta- Comprar bienes inmuebles es una obsesión para mí». Otro afirma alegremente haberse gastado el dinero de los accionistas de una gran firma aparentemente boyante, pero arruinada en secreto. Un tercero declara que controla 500 millones en cuentas de ahorro, pero que quiere esos tres millones de dólares «porque me gustaría tenerlos. ¡Ésa es razón suficiente para mí!» Un pobre desgraciado empieza directamente confesando que es un impostor y no tiene ni un chavo en el banco. ¿Y los demás, alma de cántaro, esos no son impostores?
En fin, señor Siegel, me quito el sombrero ante usted, aunque sea con 68 años de retraso.

EL ESLABÓN PERDIDO

Hojeando el volumen 8 de Superman Chronicles me llama la atención una historieta en la que aparece un hombre primitivo que, tras haber dormido congelado en un bloque de hielo durante siglos, despierta en nuestros días causando todo tipo de problemas y el inevitable enfrentamiento con el Hombre de Acero (en Action Comics 44, enero de 1942; Jerry Siegel y Leo Nowak).

Me hace gracia porque recientemente me he estado repasando algunos Incredible Hulk antiguos, y en uno de ellos precisamente el señor verde y furioso se enfrentaba con un cavernícola que resucitaba en nuestros días. En este caso, y dado que estamos en los años 60, el primitivo en cuestión era radiactivo, como no podía ser menos (Incredible Hulk 105, julio de 1968; Bill Everett, Roy Thomas, Marie Severin y George Tuska).


Por supuesto que el hombre (o animal) prehistórico que despierta en nuestros días y siembra el caos es un tópico muy repetido. ¿Cuántas veces vimos algo parecido en los tebeos de nuestra infancia? Demasiadas, tal vez. Pero entonces, revisando precisamente el Captain America 112 (abril de 1969; Stan Lee, Jack Kirby y George Tuska) del que hablaba en la entrada anterior, me doy cuenta de que cuando alguien vuelve directamente desde el pasado, saltándose el tiempo, no hace falta que sea una criatura bestial para convertirse en un monstruo. Ser anacrónico es en sí ser monstruoso:


Y de pronto, eso me hace sentir que estoy trabajando en una larga y noble tradición de los tebeos, intentando traerla a nuestros días. Como debe ser.
Porque siempre tenemos que ser absolutamente modernos.

UN ESPACIO PARA LA PUBLICIDAD

Y ya que estoy, añado que comprar comic books originales es un ejercicio muy sano, aun cuando ya tengas todo su contenido cinco o seis veces en distintos tomos recopilatorios en blanco y negro o a color, publicados con diverso grado de lujo, en inglés o en español, o incluso en archivos digitales. Como ya hemos comentado muchas veces en este blog, no hay nada como tener en las manos el objeto original en el que se publicó un tebeo, y en este caso eso no es sólo útil para conocer el origen de los superhéroes, sino también para conocer las fuentes de una parte de la novela gráfica o el cómic de vanguardia contemporáneo. Uno se mira un tebeo de Marvel de 1969 y, por un lado, está viendo la historia viva de los superhéroes, pero por otra, está viendo el modelo de los anuncios falsos de Acme Novelty Library, por ejemplo. A veces cuesta saber qué es más interesante para nuestros ojos de hoy en día. Todas las publicidades que reproduzco a continuación están sacadas de un único tebeo, el Captain America 112 (abril de 1969). Atentos, porque el demonio está en los detalles.
(Por cierto, que, como me suele pasar, siempre me llevo algún tebeo repetido, y esta vez le tocó precisamente a éste... Te lo guardo, Pepo...)






EL DURMIENTE DESPIERTA


Hace algún tiempo, comenté en este blog el primer tebeo de superhéroes que leí en mi vida. Bueno, pues os podéis imaginar que cuando vi que en un puesto del Salón del Cómic tenían a la venta uno de los comic books USA incluidos en aquel tebeo de Vértice, no me lo pensé mucho. No es sólo nostalgia, es que casi cuarenta años después me sigue flipando esa etapa de Captain America.
Ahora bien, flipar, flipar, flipé de verdad cuando vi que aquel tebeo que era el primero que había leído en mi vida se había publicado originalmente... ¡el mismo mes que nací! Cuando lo vi, casi podía oír una música ominosa al estilo de Perdidos sonando en el ambiente (lo cual tampoco era raro, teniendo en cuenta que el Salón del Cómic no deja de parecerse a la isla, es decir, es un sitio en el que continuamente te encuentras por azar a personajes conocidos pero inesperados detrás de cada elemento del decorado, y del que no puedes salir nunca por mucho que lo intentes).
Y sí, sé que los tebeos con fecha de portada de junio de 1968 no salieron a la venta ese mes, sino un par de meses antes, pero la ficción se construye teniendo fe en ella, el Captain America 102 es de junio del 68, y punto.

jueves, 6 de mayo de 2010

miércoles, 5 de mayo de 2010

NOS VEMOS EN BARCELONA

Dentro de un rato, como quien dice. Esta tarde firmo en el stand de Astiberri en el Salón de 17:30 a 18:00 horas.
A las 20:00 horas presentamos La novela gráfica en la Fnac Triangle (Plaça Catalunya). Tendré una compañía de excepción: Pepe Gálvez, Max y Paco Roca.
Mi programa completo durante estos días, aquí.
¡Acercaos a saludar, no seáis tímidos!

ESPERPENTO

Casi con la maleta en la mano, me descuelgo un momento para dejar cuatro líneas sobre un tebeo que me acabo de leer y que merece no pasar desapercibido. Como no soy lector habitual del Jueves, he descubierto a Joan Cornellà con Abulio (Glénat, 2010), el álbum en blanco y negro que acaba de publicar. Desde luego, si no estuviera ya publicando en El Jueves, se lo recomendaría inmediatamente. Como si hubiera recogido los restos de una colisión múltiple entre Drew Friedman, Paco Alcázar y Pedro Vera (con Dave Cooper de acompañante en alguno de los coches siniestrados), Cornellà dibuja una odisea grotesca y (ejem) abúlica de nuestros días donde demuestra tener maneras y talento para esto del humor. También demuestra que le falta kilometraje, sobre todo para pulir mejor la puesta en página (me pregunto si el formato álbum era realmente el mejor para este trabajo), y a veces el guión largo se le hace un poco largo, pero todo lo que parece mejorable en este libro sólo necesita más rodaje y más páginas para ser mejorado. Todavía no está del todo ahí, pero está llegando. Un nombre a seguir.