lunes, 26 de abril de 2010

LA NOVELA EN EL CORREO

Borja Crespo publica en El Correo «El cómic se hace mayor», un reportaje sobre La novela gráfica.

MICROENTREVISTA: CHRISTIAN OSUNA

Hace poco estuve en La guía del cómic, el programa que lleva Christian Osuna en Radio Círculo, y como es natural luego nos tomamos una caña y conversación. Christian -a quien conozco desde hace más de diez años, y con quien viví la aventura de Volumen- lleva mucho tiempo ligado a nuestras viñetas, a través de la editorial Under Cómic, a través de su vinculación con otros sellos, como Glénat, y a través de espacios divulgativos como la mencionada La guía del cómic. Ahora se ha lanzado al proyecto IdeCómic, un nombre bajo el que se quieren amparar diferentes iniciativas relacionadas con la gestión cultural del cómic, y en el que Christian piensa verter las experiencias acumuladas durante su ya larga trayectoria. Christian es un conversador infatigable y una persona con una manera de tratar la producción, difusión y promoción de los tebeos distinta de la que estamos acostumbrados en nuestro mundillo, de modo que me pareció interesante hacerle directamente algunas preguntas para conocer mejor lo que pretende ser IdeCómic.

IdeCómic se presenta como una iniciativa impulsada por tres personas que lleváis tiempo trabajando en el cómic: Borja Crespo, Ricardo Mena y tú. En vuestra presentación habláis de varios proyectos, pero me gustaría que concretases cuáles van a ser los primeros que van a salir, o en cuáles estáis trabajando ahora mismo, y me dieras algunos detalles al respecto. Al menos en lo que se refiere a los proyectos con los que estés más directamente vinculado.

Nuestro proyecto mas avanzado es MicroTBOteca. Hemos presentado en varias instituciones y entidades una primera fase de algo que pretende ser exageradamente ambicioso en esencia y humilde y realista en su primera ejecución. Y podría ser la primera piedra de una estructura de gestión innovadora, un poco arriesgada.
La idea global se llama TransTBOteca, y parte del encuentro con un colectivo de arquitectos. Les propusimos desarrollar un sistema constructivo para el desarrollo de espacios públicos culturales. La idea parte de algunas conversaciones con responsables de ayuntamientos o comunidades. Y se refuerza en el escenario de la crisis. Si adolecemos de espacios donde alojar actividad sobre historieta o tebeos, nosotros aportaremos comictecas o tebeotecas. Encontremos la forma de crearlas con la mínima inversión.
Generando este espacio de trabajo, IdeCómic impulsará proyectos de catalogación; necesitamos crear un fondo editorial y un sistema de conservación de ediciones. El tiempo corre y la documentación del tebeo, sus ediciones van desapareciendo. Ya se ha perdido mucho tiempo. Hagamos camino.
Me resulta muy difícil explicar el proyecto brevemente, pero para concretar: MicroTBOteca es una primera experiencia reducida. Con una inversión mínima proporcionamos un espacio de lectura residente en cualquier centro cultural, universidad o incluso en una biblioteca existente. Se trata de un contenedor, un cubo-palet que se desmonta para convertirse en un quiosco o un “corner” y que contiene un fondo de cómic, novela gráfica y ediciones relacionadas para consulta in situ. Este espacio puede terminar su plazo en la institución que coloniza, vuelve a embalarse y conserva en su interior el fondo, para ser trasportado e instalado en una nueva ubicación

Una vez realizados estos primeros proyectos con los que partís, ¿la idea es consolidar Idecómic como una institución que no sólo genere nuevos proyectos, sino que esté abierta a que se presenten proyectos por parte de personas ajenas a ella? ¿Qué horizonte vislumbras para el futuro a largo plazo de Idecómic?

¡Por supuesto! IdeCómic nace con vocación virtual y orgánica. En realidad es el encuentro de tres proyectos en busca de una entidad que les de soporte. Inicialmente a MicroTBOteca se añade un documental sobre autores de historieta que Borja Crespo lleva tiempo rumiando. Y Ricardo Mena tiene un proyecto entre manos, pero se ha pospuesto para poner en pie otra idea que viene desde fuera. Le han propuesto que apoyemos una exposición que reúne cómic y fotografía. Con esto último creo que respondemos a la pregunta. IdeCómic quiere dinamizar todo lo que tenga que ver con la cultura del cómic y participar en todo lo que surja. Lo importante es hacer, o colaborar para que otros hagan.

Parece que vivimos un momento ilusionante en el mundo del cómic. Un momento difícil en muchos sentidos, sobre todo por el declive de las estructuras profesionales tradicionales, pero al mismo tiempo ilusionante por las nuevas posibilidades que parece que se abren. ¿Corre peligro el cómic español de desaprovechar esa ilusión por su endémica falta de asociacionismo? Quiero decir, ¿es necesario crear asociaciones como Idecómic para presentarse ante las instituciones sociales y reclamar una atención y unos recursos necesarios para consolidar todas nuestras esperanzas?

El problema de las asociaciones o las instituciones es el ser humano. Su aburguesamiento, su egoísmo. La necesidad de figurar y de conseguirse un despacho con una butaca de piel, una mesa con el nombre de uno grabado en letras doradas con un epígrafe que ponga “Presidente del Mundo del Cómic”, donde apoyar los pies y perder el tiempo defendiendo el territorio. El cómic no corre peligro de perder ese tren del que hablas. Lo ha perdido hace décadas porque nadie quiere entenderse con nadie. Cada uno va a lo suyo. Cada uno sabe más que nadie.
Nosotros queremos obviar un poco la institución en si misma y primar los proyectos¬. Pero la administración, las empresas necesitan enfrentarse a una entidad, un logotipo. IdeCómic pretende hacer un poco de ruido para llamar la atención, pero no queremos perder mucho tiempo en definirnos ni en que se nos dé consideración. Estamos poniendo en juego la experiencia de más de una década en el sector y la industria de cada uno de los que lo integramos. El que la quiera valorar, gracias. El que necesite un logotipo y una institución con gente calva y bigote detrás, bueno, ya nos va faltando algo de pelo…

Creo que la gestión cultural es un campo clave en las letras y las artes contemporáneas. ¿Es un terreno en el que el cómic está preparado? ¿Sabemos movernos en ese ámbito?

La clave de todo es el compromiso. En el sector, ¿quién se ha comprometido? Con la excusa de que no nos hacen caso, de que no se considera al cómic, se ha cultivado la cultura de coge el dinero y corre. Un puñadito de euros para una expo, la monto y a correr. Una posibilidad de pillar una subvención, pues edito el libro y si no se vende ni se conoce de su existencia… a mí plim. Aún así, éstas habrán sido piedras que han contribuido a la situación actual. Lo bien hecho, ahí queda. Pero las oportunidades perdidas…
En el mundo exterior, las empresas de gestión cultural tampoco están comprometidas. Por definición. Son empresas, quieren ganar dinero aquí y ahora. Se ponen en marcha los proyectos y el contenido no importa. Que ahora toca cómic, pues vendamos cómic. Es peligroso, después del cómic vendrá otra cosa y tenemos que aprovechar este momento para consolidar el medio.
Una propuesta como IdeCómic responderá a las instituciones. Si no quieren mojarse ellos con el medio, lo haremos nosotros. Pero con vocación pública, dejar el trabajo a disposición de los demás, del que venga detrás. MicroTBOteca/TransTBOteca es la suma de pequeñas infraestructuras que evolucionarán manteniendo un proyecto común de investigación y conservación de la historia del tebeo español. Y además potenciará la difusión de la lectura de cómic. Por mal que discurra el proyecto, si se trunca, se habrá hecho el mismo trabajo, se habrá ejecutado la acción, habremos puesto ediciones de cómic a disposición del público, el político y la prensa tendrán su inauguración, habremos colaborado con agentes externos al medio… Cada célula de MicroTBOteca tiene la posibilidad de permanecer, crecer, añadirse o disolverse y dejarse absorber por quienes vengan después. Técnicamente es posible.
IdeCómic es sólido porque es orgánico. Es una suma de proyectos. Llevamos un montón de años en la cultura del cómic y no parece que nos hayamos cansado. Somos agentes libres. Sabemos de comunicación y de gestión cultural. A veces hemos vivido de la historieta, en otras nos ha hecho sufrir, y las más de las veces hemos arrimado el hombro por amor al medio. Por supuesto que necesitamos el apoyo de las instituciones, del sector editorial y profesional, del público. Y les devolveremos, como institución sin ánimo de lucro, el beneficio de nuestro esfuerzo y de lo poco o mucho que sepamos de esto. Nadie es imprescindible, ni en el planeta ni en el mundo del cómic. Si el cómic tiene posibilidades en esta situación de bonanza y consideración es porque están llegando otros que serán capaces de aprovechar lo poco que hayamos hecho bien. Y con esto vuelvo al proyecto MicroTBOteca: la vocación es perpetua. El proyecto está preparado para sobrevivir porque es virtual y real al tiempo. Pequeñas células de actividad sobre la cultura de la historieta que pueden sobrevivir por su extremada flexibilidad. No sólo en el aspecto técnico, sino en el modelo de gestión.

domingo, 25 de abril de 2010

EN EL PAÍS DE LAS ÚLTIMAS COSAS


Jonathan Millán y Miguel Noguera, como Mauro Entrialgo, se mueven en el cómic, pero no «pertenecen» al cómic, sino al humor contemporáneo. Por llamarlo de alguna manera, y que esa manera no sea post-humor. Y es que en este nuevo «humor sin gracia» me resulta más fácil ver la línea de continuidad con la tradición remota en el tiempo y cercana en lo geográfico (Mihura y La Codorniz, por ejemplo) y cercana en el tiempo y remota en lo geográfico (Gary Larson, por decir algo) que la ruptura. Digámoslo claro: el «humor sin gracia» tiene mucha gracia cuando es bueno. La tuvo Noguera cuando le vi actuar en directo en UCMCOMIC, y la tiene ahora cuando, aliado con Millán, se presenta en este 1-Hervir un oso (Belleza Infinita, 2010), que acaba de colocarse a la cabeza del pelotón en la carrera para ser el libro de humor del año.
Además, si 1-Hervir un oso no tuviera gracia, no me habría pasado lo que me pasó: lo pillé cabreado y al terminar de leerlo estaba feliz (un poco). Gracias, señores Millán y Noguera.
Por describirlo mínimamente al paisano despistado que pueda encontrarse con él, diré que este volumen reúne un montón de microhistorias o embriones de historias que parecen importadas del país de las últimas cosas. Del país de las últimas cosas que se nos ocurrirían, claro. Digamos que definen un lenguaje poético con su prosa funcionarial y su grafismo de dibujo animado anémico, mediante el cual expresan una serie de propuestas o ideas que, aun posibles, o remotamente posibles, o descabelladamente posibles, son poco plausibles. Son improbables. Son demenciales, vaya.
Hay un matiz paranoico detrás de la mayoría de las ideas, que si bien están dibujadas con neutralidad, parecen escritas con el mismo fervor que mencionábamos al hablar de Martí. Es como si estuvieran escritas por un loco que no sabe que es un loco. Bueno, por eso es un loco, claro. Si no, sería un listo.
Bajo la aparente diversidad de temas, creo que un punto de conexión es la frecuente utilización de tópicos de la cultura de consumo juvenil: series de televisión, cine, y en general, con gran preferencia, el género fantástico. Se adivina así una mentalidad joven (lo que hoy en día no quiere necesariamente decir «un joven») detrás del invento, y por eso me gustaría ver a Millán y Noguera romper el círculo (cada vez más amplio y difuso, es cierto) del material «de culto» para verles aplicar su imaginación estragada al mundo a gran escala: las noticias, el supermercado, el hospital, mi cartero... En fin, si son tan buenos como parecen, estoy seguro de que acabarán llegando a eso. Star Wars se les queda pequeño.
El libro es deslumbrante. Hay que leerlo.

UN DETALLE

El librito que ha publicado hace poco Mauro Entrialgo con el título El cementerio de la familia Pis (Blur, 2009) parece un mero detalle, pero a veces a los detalles hay que prestarles atención.
El cementerio de la familia Pis es, salvo por algún añadido, un facsímil de una de los libretas de notas que Mauro lleva siempre encima. Normalmente, los cuadernos de bocetos de los dibujantes de cómics se justifican para los lectores por el fetichismo de los objetos íntimos del autor (la reliquia) y se razonan por la admiración hacia la línea pura y espontánea y otro tipo de coartadas seudoartísticas de parecida catadura.
Afortunadamente, Mauro está a salvo de la admiración por el trazo y demás gestos carcas y, por el contrario, en su cuaderno lo que se puede vislumbrar en funcionamiento es más su cabeza que su mano. Lo cual quiere decir que aquí hay mucho Mauro, porque Mauro es el historietista más intelectual de España (y, aunque parezca absurdo tener que decirlo, lo diré, porque sé cómo se toman luego las cosas: ¡dicho sea sin ningún ánimo peyorativo!). Por compararlo con algo, este objeto se parecería más al cuaderno de bocetos de Art Spiegelman que publicó Mondadori que al típico sketchbook de Adam Hughes o Milo Manara.
Así pues, entre garabatos de superhéroes, monstruos, robots y chicas, se despliega un intelecto en perpetuo estado de alerta, que necesita estar narrándose el mundo a todas horas para ordenarlo, y que necesita ordenarlo para que no le devore.
Más que un accesorio, por tanto, esta especie de diario artístico (que tampoco es eso, al menos de forma expresa), es un género en sí mismo cuyo mecanismo de lectura hay que descubrir sobre la marcha. Parece liviano, pero es engañoso. Da para mucho, si se mira con un poco de paciencia. Y con el complemento del excelente prólogo de Raúl Minchinela (pocos textos introductorios tan atinados he leído recientemente) y la explicación posterior del propio Mauro, el objeto se acaba convirtiendo en... vaya, sí, un auténtico fetiche. Pero un fetiche que camina solo.

UN MAGO DEL HUMOR

El catálogo de la exposición Manel Fontdevila. Retrat del cronista (Ajuntament de Manresa, 2010) ha superado mis expectativas hasta tal punto que diría que debe de ser de los mejores catálogos que se han editado en España sobre un dibujante de cómics. La exposición está muy bien montada y llena de material jugoso: es coqueta, pero muy completa. Pero el catálogo es directamente una barbaridad, el sueño de un fan. Y yo, antes que amigo y colaborador de Manel, soy fan suyo, así que diré que ha merecido la pena ir hasta Manresa sólo para traerse el libro.
Aunque, por supuesto, el viaje no mereció la pena sólo por eso.
Pero, volviendo al catálogo, que es lo que nos interesa aquí, no sólo trae una inmensidad de material fontdevilesco (236 páginas dan para mucho), tanto publicado como previamente inédito, sino que lo hace sin mogollones, sin amontonar las piezas, con un sentido que nos ayudan a resituar la trayectoria desbordante de Manel, ese hombre que empezó a publicar en el periódico de su región cuando sólo tenía 16 años. Bravo por Quim Noguera, que ha sabido zambullirse en los archivos del autor y navegar por ellos sin desorientarse. No es fácil enfrentarse al material en bruto y darle un orden que no sea forzado, sino natural, y eso es lo que consigue este catálogo con una sencillez aparentemente tan espontánea como la que suele caracterizar al trabajo del propio Manel.
El libro está dividido en capítulos temáticos. El primero, «El jo del cronista», encabezado por un texto del propio Noguero, presenta las páginas más personales de Manel, podríamos decir que su autorretrato, con historietas antológicas como «¡Sois afortunadas, mujeres!» (NSLM 10, 2004), o «Héroes» (El Jueves), y por supuesto, con algunas muestras de Súper Puta. No hay nada más personal que eso. Y de propina, incluye las dos primeras páginas completas que se reproducen en un medio impreso de ¡García!
El segundo apartado, «Retrats», sería el de Manel visto por los demás. Ahí aparecen textos de Antoni Guiral, Pepe Gálvez, Eloy Fernández Porta («Súper Puta solucionada») y servidor, y dibujos e historietas de Pep Brocal, Pepo Pérez, Bernardo Vergara, Max, Gallardo y Manuel Bartual/Javier Olivares. La tercera parte, «L'art i la vida», rastrea cierto ideario creativo de Manel a través de algunas historietas dedicadas al arte y la literatura, entre las que se encuentra un verdadero greatest hits del autor: está la del arte de Rosenda (véase el boceto que decora esta entrada), «Lunes Again...!», la «Historia del humor», «¡Me sucedió a mí...!» (la gran reflexión sobre el perro Mistetas), «Una discusión pop»... Con «Parells i senars», la cuarta parte, que abre un texto de Carles Santamaría y está dedicada íntegramente a La parejita, y con «L'humor al dia», una revisión de las colaboraciones en prensa de actualidad (Público, El Jueves, Regiò7), uno podría pensar que ya está todo cubierto. Pero no, este libro va más allá, continúa donde otros se detienen y dedica un último apartado al Manel Fontdevila familiar, en un capítulo enmarcado por un texto de Ramon Fontdevila, el hermano mayor del hombre (a quien agradezco que me revelara la antigua relación de Manel con los guardias civiles madrileños, que el propio Manel había intentado ocultarme hasta ahora) y por otro de Mónica Macià, su fantástica mujer. O sea: hombre, autor, dibujante, padre y mito, todo empaquetado en un solo volumen.
La cosa cuesta 15 euros (vamos, que es un chollo) y desconozco si se podrá encontrar a la venta en librerías especializadas o generales. Lo mejor creo que es darse un paseo por la exposición en Manresa, y así, de paso que se ve la muestra, se lleva uno el tomito. Y si vas a verlo con amigos, pues mejor todavía. Te ríes más.
HABLANDO DE MÁS:
Los vídeos que se exhiben en la exposición, con entrevista a Manel F.:

sábado, 24 de abril de 2010

miércoles, 21 de abril de 2010

MEMORIAS DEL ANARQUISMO

No deja de ser curioso (y oportuno) que me haya leído la nueva edición de Gustavo (La Cúpula, 2010), de Max, justo después de releerme a Martí. Tanto Max como Martí son dos de los héroes de la generación más importante de cómic adulto que hemos tenido en España. Sin embargo, aunque Gustavo y Taxista están separados por muy poco tiempo, parecen pertenecer a épocas muy distintas. A finales de los 70, Gustavo vive los estertores del hippismo y la lucha ideológica, mientras que a principios de los 80, Taxista se sitúa más allá de las ideologías, en el páramo del cinismo urbano.
Cuando entrevisté a Max para el U (¡hace ya 13 años!), pasamos un poco por encima de Gustavo. Max no parecía especialmente orgulloso de aquellas páginas, primero porque eran primerizas, y luego porque eran de una violencia desbordante, que ahora se veía fea; y yo tampoco sabía muy bien cómo tomármelo, más allá de la cuestión coyuntural: los primeros pasos, la influencia del underground, el panorama político movidito, etc.
Por eso, tal vez, este reencuentro con Gustavo me ha sorprendido y me ha resultado mucho más gozoso de lo previsto. Es curioso cómo, al cabo de más de una década, cuando uno ya es prácticamente un señor con barriga, se descubre jaleando a un héroe que es un terrorista sin escrúpulos, un tío bastante asqueroso, con una personalidad agresiva y atrabiliaria, sin ilusiones de futuro y, en resumidas cuentas, sin ninguna cualidad redentora. Puede ser porque al cabo de los años uno se ha hartado de tragar mierda, y en un mundo en crisis porque los que tienen la pasta nos la han vuelto a jugar a los pringados, y donde los fachas y sus hijos, que quedaron impunes en la época de Gustavo, juzgan a los jueces que quieren hacer justicia, a veces te dan ganas de salir a la calle y liarte a hostias con algunos, por no decir algo peor. Puede que por eso la violencia de Gustavo -que, dicho sea de paso, tiene siempre un trasfondo de muy mal rollo por debajo de su apariencia «de cómic», es una violencia muy de los setenta, sucia, callejera e irremediable-, me haya producido tanto júbilo. Incluso ganas de hacer un Gustavo moderno, algún cabronazo más cabronazo que los cabronazos que vaya dejando una estela roja con la que consolarnos un poco. El rojo será de tinta, por supuesto.
Aparte de esto -que es, básicamente, un intento de explicar por qué he disfrutado tanto ahora de Las aventuras de Gustavo- no puedo dejar de añadir que el Max de estas páginas, por primerizo que sea, es Max íntegramente, y se nota sobre todo en la velocidad con la que va quemando etapas y el interés que se toma por aprender el oficio de historietista sobre la marcha. Aunque esto es evidente ya en Gustavo contra la actividad del radio, resulta más obvio todavía en El Comecocometrón, donde da la impresión de que Max pierde interés por la historia por momentos y se apasiona cada vez más por descubrir el arte de las viñetas. Hay muchas páginas en esta historia que son de puro tanteo y exhibición de sus poderes como dibujante. De hecho, en cada capítulo parece que quisiera dominar una suerte distinta, como si estuviera completando su propio curso de historietista.
Ese curso incluye lecciones de muchos maestros del pasado. No sólo sus contemporáneos del comix underground americano, como es lógico, sino también de Segar, McManus o Hergé. Y es por eso por lo que la deslumbrante nueva edición de La Cúpula (en la que sólo echo en falta unos créditos completos con un listado donde se detalle la publicación original de cada episodio) revaloriza el material original: porque a veces, en sus gruesas páginas y su tapa dura, tenemos la impresión de estar leyendo a un clásico de los años 20 ó 30, una obra fuera ya del tiempo; y al sacarla del tiempo, al quitarle a Gustavo la vigencia de la inmediatez, esta edición revela en él una vigencia mayor, inalterable, y hace que lo descubramos no como una obra de su momento, sino de cualquier momento.
Espero que La Cúpula siga recuperando materiales del underground español con el mismo acierto que en este caso. Tienen que estar ahí, disponibles para la relectura, pero también para las nuevas lecturas de nuevos lectores y nuevos autores que necesitan conocer estas historias y convertirlas en su historia, en nuestra historia.

SUBIDA DE BANDERA

Si has empezado a leer tebeos en los diez últimos años tal vez no lo sepas, pero Martí Riera es de LO MÁS GRANDE que hemos tenido por aquí. Recientemente me he concedido el regalo de releerme un par de sus títulos clave, y todavía estoy aturdido. Puede que más aturdido que cuando los leí por vez primera. Porque si Martí era enorme cuando salió, resulta que 25 años después es todavía mejor. Eso es rarísimo.
La relectura de Taxista (1984) ha sido físicamente agotadora, y la he disfrutado como si lo leyera por vez primera. Hay en ese tebeo monumental tantas cosas que no había visto y que ahora he descubierto como si fueran nuevas...
En su día, a Martí se le adjudicó la etiqueta de «realismo sucio» -él mismo echó mano de ella-, pero nada hay más alejado del realismo sucio, limpio o de cualquier otro tipo que Taxista: en realidad, es un cuento de hadas amoral y salvaje. Y no es que lo disimule demasiado: los personajes se llaman Barbero de Sevilla, Sastrecillo Valiente, Papá Querido, Mamá Querida... ¡Taxista Cuatroplazas! El héroe es algo más que un taxista, es el taxista, de forma esencial, casi patológica.
Taxista avanza con una dinámica de folletín, encadenando escenas con una lógica propia puramente visual, una inercia de la acción que en el día de hoy me recuerda a los japoneses desquiciados como Yokoyama o Sakabashira. Al igual que las obras de estos, Taxista también es un viaje vertiginoso y sensorial, pero si en Yokoyama había una óptica posthumana, en Martí lo que se nos muestra es una ética subhumana. Hay una risa sórdida en el fondo de ese cruel mundo robado a navajazos a Chester Gould que da verdadero miedo. O risa nerviosa. Es lo grotesco, profundamente esperpéntico, profundamente español.
La sabiduría (probablemente instintiva) de Martí para mezclar los préstamos de Dick Tracy con lo propio, con lo local, y la capacidad para reconvertir los estereotipos del tebeo tradicional en una historieta completamente adulta, sin concesiones, le hacen completamente moderno. Esto podría hacerse ahora y nadie se extrañaría. O tal vez no. Tal vez esto no podría hacerse ahora, y nos extrañaría de que se publicase. Quizás sea demasiado irracional y ofensivo para aceptarse en los tiempos en que hemos sacado los tebeos del arroyo y los estamos secando en el vestíbulo del gran baile de la sociedad.
Taxista 2 rebaja el nivel. El argumento se vuelve más sofisticado. El golpe se adorna con tanta floritura que finalmente resulta menos violento. Pero la primera parte de Taxista sigue resultando de una intensidad límite, y creo que probablemente pueda ser el mejor cómic publicado en nuestro país desde la Transición.
Hace poco me releí también Doctor Vertigo (1989), que en su día me dejó turulato y fue, tal vez, el gran testamento artístico de Martí. Doctor Vertigo es una empanada de cuidado donde se mezclan la simbología, la psicología, la crítica social y el autoanálisis, todo con una fuerza y un descaro tan arrolladores por parte de su autor que yo, personalmente, he necesitado estos 20 años para empezar a asimilarlo. Cosas que en su día parecían errores o vulgaridades resulta que son hallazgos que sólo ahora la novela gráfica de vanguardia empieza a incorporar. Diagramas, descripciones, iconos, cosificaciones, rupturas de la voz narrativa... un mejunje brutal que a veces parece adelantarse a cosas que nos han asombrado cuando se las hemos visto a Chris Ware. Qué cojones, el Martí de Taxista y Doctor Vertigo se mea en Chris Ware y en media docena más como él que se le pongan delante. Así de bueno era. Y lo sigue siendo.

UN DIBUJANTE SECRETO

El que aparece en la foto que encabeza esta entrada es Pep Brocal. La foto no es muy reciente, pero la he encontrado en Net calidoscopi marcià, el catálogo que se ha editado acompañando a la exposición dedicada a la obra del dibujante de Terrassa y que ya no se puede ver, porque se clausuró el 11 de abril. Sí, ya lo sé, menuda mierda de aviso, que habla de exposiciones que ya han quitado. Pero este blog no es un blog de noticias, y yo tampoco he podido ver la exposición, lamentablemente. Sin embargo, el catálogo ha llegado recientemente a mis manos (gracias a nuestro agente en Manresa), y como creo que no voy a tener mejor oportunidad para hablar de uno de mis dibujantes preferidos, aprovecho para mencionarlo aquí. Con un poco de suerte, todavía se pueden conseguir copias en algún sitio (si alguien tiene información al respecto, ahí están los comentarios).
Pep Brocal es uno de los grandes historietistas secretos del cómic español. Hay más, pero creo que éste es mi favorito. Lleva desde los años 90 dejando sus huellas por una multitud de revistas, suplementos de prensa y publicaciones dispersas que le hacen muy difícil de seguir. Tiene muy pocos libros publicados, aunque uno de ellos es de los que merece la pena rescatar: me refiero, por supuesto, al ¡Hola terrícola! que hizo junto a Manel a principios de los 90.
Brocal lleva instalado desde sus inicios en un universo mental marciano, una parcela de la imaginación que no es de este mundo o, al menos, de este país. Algo parecido a lo que le ocurre a David Sánchez ahora mismo (por algo mencioné a Mr. Brain al hablar de Tú me has matado con su autor... que, por cierto, no lo había leído). Al contrario que David (de momento), Brocal siempre ha tirado hacia el humor y la historieta leve, gaseosa y fugaz. Tal vez eso le haya hecho demasiado liviano y por eso parezca no tener mucho peso en la historia reciente de nuestro cómic. Como dibujante, creo que es de lo más brillante que hemos tenido por aquí. Practicante de una especie de «línea clara catalana», sus páginas se ven cómodas al lado de Ever Meulen, Swarte, Arnal Ballester y hasta Javier Olivares, con quien comparte cierta angulosidad despojada, una vis geométrica pero sin dramas. Aunque al revisar lo que he escrito, creo que «cómodas» no es la palabra. Más bien, Brocal se ha mostrado siempre incómodo en todos los estilos, y por eso ha mutado continuamente a lo largo de toda su trayectoria, como escapando siempre de su propia sombra, en una especie de búsqueda espiritual de la línea perfecta. No sé por qué, pero Brocal siempre me ha parecido un samurai de las viñetas. En vez de escuchar a la espada, él escucha al pincel.
El catálogo es un regalo para todos los que rastreamos sus trabajos. Además de un texto introductorio de Joaquim Noguero -comisario de la exposición-, incluye un montón de material gráfico, no sólo de sus cómics, sino de ilustraciones diversas, entre ellas unas deliciosas xilografías que está haciendo recientemente. Dejo aquí de muestra una de las historietas inéditas que incluye, y que está fechada en 2009. (¿Cómo narices es posible que Pep Brocal tenga historietas inéditas? ¿En qué país vivimos?)

POR CIERTO, que hablar de Pep Brocal me lleva a añadir una coda dedicada a Manel Fontdevila. Por varios motivos. Porque, como decía, Brocal y Fontdevila firmaron juntos ¡Hola terrícola! (en el catálogo de Pep aparecen en una foto de 1994 junto al alucinante Marcel Piqué en la que parecen a punto de salir de teloneros de Joy Division), pero también porque Manel acaba de sacar un nuevo libro de La Parejita, esa serie que ya es patrimonio nacional. ¡Somos padres, no personas! pretende continuar con el éxito de Guía para padres desesperadamente inexpertos (¡20.000 ejemplares vendidos!, grita la contraportada) y está excelentemente editado y da gusto tenerlo en las manos. Manel, al contrario que muchos dibujantes, ha hecho el ejercicio de humildad de revisar con rigor sus páginas y eliminar las precisas para dejar una selección magra que evite la paja que a veces se cuela en las series tan longevas, y que cuando se recopila en libro acaba por lastrar el conjunto. No sólo eso, sino que ha añadido páginas del «diario de Emilia» para dar más coherencia al conjunto. En fin, cuento todo esto porque, aunque La Parejita es un auténtico best-seller, en el mundo del cómic a veces parece que los libros que publica El Jueves pasan completamente desapercibidos. Y también son tebeos. O novelas gráficas. Qué sé yo.
Y para concluir, el otro punto de conexión que la actualidad establece entre Pep Brocal y Manel Fontdevila es que Joaquim Noguero, el mismo que ha comisariado la expo del primero, ha organizado también otra del segundo, que se inaugura mañana en Manresa, dónde si no. Si estáis en las inmediaciones, no os lo perdáis. Por lo que sé, el catálogo de la exposición de Manel es una barbaridad, así que espero que no tardes mucho en mandármelo, Amigo, porque estoy deseando ponerle las zarpas encima.

UNA PRINCESA Y UN TOPO...

...Y un príncipe, son los principales protagonistas de La princesa y el topo, un «cuento del Cáucaso» que, en versión de Ramon Girona, publicó hace unos años en catalán l'Abadia de Montserrat. Ahora lo acaba publicar Libros del Zorro Rojo, por vez primera en castellano, y por supuesto con las fabulosas ilustraciones de Javier Olivares, que se entienden en cualquier idioma y son a todo color. Por si alguien no lo sabe, Javier, además de hacer cómics exquisitos, tiene un carrerón como ilustrador de cuentos infantiles, con joyas como Los niños tontos o Cinco lobitos.

La princesa y el topo, por cierto, no está incluida en su exposición «10 libros ilustrados», que se clausura el próximo 23 de abril. O sea, quien todavía no haya pasado a verla, más vale que no se lo piense más. Doy aviso porque sé que más de uno no querrá que se le escape (ni La princesa y el topo ni la expo), y aquí estamos para cumplir con un servicio público.

viernes, 16 de abril de 2010

VUELVE EL VECINO

En las páginas del Manglar 12. Ésta es la primera viñeta de la historieta de cinco páginas que Pepo está terminando de dibujar para el próximo número de la revista de Dibbuks. Es lo primero que hacemos del Vecino después de V3. Mientras tanto, V4 se sigue horneando lentamente...
Historietas del Vecino en Mandorla:

LA NOVELA EN EL CÍRCULO

Hace justo una semana, el viernes pasado, estuve en La guía del cómic, el programa que Christian Osuna hace en Radio Círculo. Ahora se puede escuchar en la red, en el propio archivo del Círculo o en el audioKiosco ivoox.

MATADO EN VIVO


Ayer, los reporteros de Mandorla estuvieron en la presentación de Tú me has matado, de David Sánchez, en Generación-X, Madrid. El acto ha quedado recogido en tres vídeos de Mandorlavisión que se pueden ver en una lista de reproducción.
Una transcripción de la charla en entrecomics, para los que prefieran leer.

jueves, 15 de abril de 2010

LA PRESENCIA DE UNA AUSENCIA

Anoche tuve la oportunidad de estar presente en Cabaret elèctric con Daniel Fernández, Absence, hablando de La novela gráfica, y hoy el programa se puede escuchar aquí.

miércoles, 14 de abril de 2010

MICROENTREVISTA: DAVID SÁNCHEZ

Hasta ahora, sabíamos que David Sánchez hacía camisetas de moda y portadas exquisitas para libros finos, pero no sabíamos que el suyo iba a ser uno de los debuts más rutilantes que se han visto en el cómic español en los últimos años. Ocurre que con Tú me has matado (Astiberri, 2010), David ha salido del huevo completamente hecho, caminando erguido sobre sus dos patas, y nos ha sorprendido que un recién llegado no tuviera que gatear un poco antes de echar a correr. Además, parece que el secreto del éxito que ha tenido con la ropa y la literatura lo ha trasladado mágicamente a las viñetas: el otro día no quedaban ejemplares de su tebeo en Madrid Comics, y en la Fnac sólo quedaba uno. ¿Se estará vendiendo igual en todas partes? Mañana se presenta Tú me has matado en Madrid, a las 19 horas en Generación-X (calle Puebla 15, Madrid), con la presencia de Pedro Toro y de Manuel Bartual, que, como co-director de El Manglar, donde David ha prepublicado parte de su ópera prima, es uno de los padrinos del tebeo.

¿Tú de dónde has salido? Quiero decir: tenías ya una trayectoria como ilustrador y diseñador, pero, ¿habías publicado cómics en algún sitio? ¿Llevabas mucho tiempo dibujándolos en la soledad de tu casa? ¿O todo empezó con Tú me has matado?

Siempre había querido hacer tebeos, desde que era pequeño, pero de alguna manera no me atrevía, había dibujado algunas páginas, pero siempre acababa desanimado. Me di cuenta de que tenía 30 años y había conseguido vivir de dibujar pero no hacía tebeos, así que decidí ponerme en serio.
El Manglar es estupendo, me ha ayudado a tener fechas de entrega y a ver que el tebeo iba gustando a la gente.

Tú me has matado recuerda un poco a la visión pop de la América oscura que había en tebeos españoles indies de los 90 como el Atolladero de Oscaraibar y Martín, las Historias raras de Montecarlo y Montana o las cosas que hacían Pep Brocal y Manel Fontdevila en Mr. Brain, entre otros. ¿Es casualidad o tú has leído esos tebeos?

Atolladero sí que lo he leído, y fui a ver la película también, pero la verdad, es un tebeo que tenía bastante olvidado, los demás que me comentas no los he leído.
El primer tebeo que leí fue un Súper Humor de Mortadelo y Filemón y Zipi y Zape, el segundo, Tintín en el Tíbet. De pequeño leía los tebeos de mi hermano, que es bastante mayor que yo:
Moebius, Milo Manara, Juan Giménez... Después descubrí a Daniel Clowes, Charles Burns, Peter Bagge, Crumb, Mezzo y Pirus, Paco Alcázar...
Ahora mismo uno de mis autores favoritos es Jason, me encanta, y también me gusta mucho la E.C., sobre todo los de terror y crimen/suspense

Todas las reseñas que he leído de Tú me has matado mencionan a David Lynch. Sorpréndeme y revélame que no te gusta Lynch, o mejor aún, que ni siquiera sabes quién es. Y si no es posible, entonces dime alguna cosa que te guste (música, cómics o cine) que nadie se esperaría después de leer Tú me has matado: ¿Sonrisas y lágrimas, Céline Dion, Maitena? ¿Algo?

Ja, ja, no es posible, me gusta mucho Lynch, no me perdí ni un episodio de Twin Peaks cuando lo ponían en la tele; me gusta sobre todo esa época, Blue Velvet, Corazón salvaje...
Me gusta mucho la música romanticona de los años 50-60, el doo-wop y los grupos de chicas tipo las Ronettes, me encanta Tintín, y una de mis películas/novelas preferidas es La princesa prometida.

Normalmente nos sorprende que los grandes ilustradores sean también buenos historietistas, pero a mí me parece que tú no sólo dibujas bonito, sino que sabes muy bien cómo se escriben tebeos. Es decir, que conoces el ritmo y el lenguaje del cómic. Ahora bien, ¿tienes cosas que contar? ¿Te consideras un narrador?

Uno de los motivos de no haber hecho tebeos antes era ése: sí que sabía cómo hacerlo, pero no sabía muy bien qué contar. Decidí ponerme en serio un poco para aprender, y la verdad
es que después de Tú me has matado, creo que lo voy encontrando.

En Tú me has matado hay una sintonía entre la forma y los temas: el estilo de acabado perfecto a lo Charles Burns y el mal rollo a lo Mezzo y Pirus toca imágenes y escenarios que también relacionamos con esos autores. ¿Es algo que tenías que sacarte de encima para empezar tu carrera de historietista o vas a seguir insistiendo en esos clichés de la América perversa porque lo sientes como algo muy tuyo?

Pues supongo que sí, que tenía que quitármelo de encíma, y a la vez es algo que siento muy mío. Cuando empecé a dibujar Tú me has matado estaba bastante obsesionado con la música americana de los 50-60 y las películas de Russ Meyer, pero ahora me apetece hacer algo distinto, estoy pensando en algo ambientado en el espacio o en algún planeta/asteroide, protagonizado por científicos asiáticos, pero todavía no lo tengo cerrado.

[La imagen que ilustra esta entrada, cortesía del propio David, es una viñeta inédita de una historieta que saldrá en Mortland].

CINCO (O SEIS) NOVELAS GRÁFICAS

En lainformacion.com han publicado un reportaje de la fantástica Elena Cabrera sobre La novela gráfica. Me pidieron que recomendara cinco títulos básicos para el lector que quiera iniciarse en el cómic contemporáneo, de modo que hago un poco del Guardián de la Cripta, pero en el sótano de Madrid Comics, donde se grabó la entrevista. Adelante, adelante, pequeños amigos, pasad a mi Tumba de la Novela Gráfica y veréis...

lunes, 12 de abril de 2010

INSÓLITO

Insólito me ha parecido lo que he presenciado esta mañana en Fnac Callao. Notas al pie de Gaza, de Joe Sacco, como una novedad más de la sección de política, entre los libros «de verdad». Ya había visto ¡Escucha esto! en la sección de música, pero esto no me lo esperaba.
Recuerdo haber hablado con algunos amigos (Óscar Palmer y Manuel Bartual entre ellos) de la posibilidad de que los cómics fueran clasificados por su contenido, y no por ser tebeos. Parece que con algunos, eso ya está pasando.

domingo, 11 de abril de 2010

LA OPINIÓN DEL VECINO

Hoy, en La Opinión de Málaga, entrevista con Pepo Pérez hablando del Vecino (y sin embargo, no de su nominación al premio a la Divulgación).

VÁMONOS A HACER VIÑETAS

En la página web de Segre Ràdio 93.4 FM, de Lleida, se puede acceder a la entrevista que me hizo recientemente Carles Castelló sobre La novela gráfica, emitida el pasado día 8 de abril. Hay que pinchar en el recuadro del programa "A Fer Vinyetes" y luego seleccionar el archivo "Novela gráfica".

viernes, 9 de abril de 2010

HOY EN RADIO CÍRCULO

Esta tarde estaré en Radio Círculo (100.4 FM), como invitado en el programa de Christian Osuna, «La guía del cómic», donde hablaremos de tebeos y de La novela gráfica. El programa es de 19 a 20 horas, y también se puede seguir por internet.

jueves, 8 de abril de 2010

EL REY DE LA COMEDIA


Tengo la sensación de que cada tebeo que leo de Riad Sattouf me gusta más que el anterior. Pascal Brutal es la gran serie urbana de nuestros días, La vida secreta de los jóvenes, casi post-humor de vanguardia, y Mi circuncisión es como echarle una guindilla a Marjane Satrapi. Y ahora, este Manual del pajillero (La Cúpula, 2010), que ha dado lugar a un exitazo cinematográfico en Francia (ya veremos aquí), Les beaux gosses, me lo he leído en un suspiro y lo he disfrutado como un cerdo. Manual del pajillero utiliza la forma del manual para disfrazar lo que en realidad es un relato con personaje protagonista, pero gracias a ese recurso, Sattouf consigue introducir con naturalidad una sardónica voz narradora que recuerda un poco a la del socarrón introductor de La tentación vive arriba, otra obra de antropología humorística sobre los traumas sexuales del varón metropolitano moderno, aunque en una edad diferente del desarrollo. Podríamos decir que el joven protagonista del Manual del pajillero es algo así como el anti-Pascal Brutal, el macho omega que agacha servilmente el hocico cuando olisquea las feromonas que desprenden los testículos del líder de la manada.

En realidad, me ha recordado mucho al joven Crumb seudoautobiográfico de los primeros tiempos, ese obseso sexual angustiado siempre por el poder de la mujer y por sus propias fantasías. La gran diferencia entre el joven Crumb (personaje) y el joven pajillero es que aquél finalmente alcanzaba el triunfo y con él provocaba la catarsis del lector. Crumb (personaje) siempre conseguía salirse con la suya y hacernos partícipes de la conquista del débil seudomacho sobre la imponente hembra regia. En el caso del pajillero, sin embargo, Sattouf es de una crueldad extrema: no le deja resquicio para la huida, y cuando parece que lo hace, sólo está practicando el más implacable sarcasmo. Si algún humor surge de la identificación del lector con el personaje, es pisoteándose a sí mismo. Diciéndose: no, yo no soy ése. O mejor: no, ya no soy ése.
Con 32 años y el talento saliéndole por las orejas, Sattouf tiene el futuro en sus manos. Ahora mismo es el humorista del momento. En unos años, quién sabe lo que va a llegar a ser.

LA NOVELA DE LA CÁRCEL

Álvaro Pons también comenta La novela gráfica en la cárcel de papel.

LA NOVELA DE LA ESPANTAJERÍA

Toni Bascoy da su propia visión de La novela gráfica.

ELPABLO LEE


elpablo dibuja, y el pablolee, en esta ocasión LNG.

miércoles, 7 de abril de 2010

LA ABUELA

Ayer hablaba aquí del último libro de Juanjo Sáez, y hoy se nos descuelga con una de las mejores historietas que he leído últimamente. En el semanario gratuito de humor El estafador.

martes, 6 de abril de 2010

EL VECINO EN LA ATALAYA

Siguen apareciendo reseñas de El Vecino 3 en la red: ésta es de Atalaya: desde la tela de araña.

WARE DE LUXE

Me acaba de llegar el Rockdelux del mes (nº 283), que incluye entrevista exclusiva de dos páginas con San Chris Ware. El responsable del acontecimiento, cómo no, Don Pepo Pérez, que ostenta una curiosa distinción de la cual creo que nadie se ha hecho eco. Está nominado el mismo año como divulgador y como autor, como teórico y como creador. Si no me equivoco, es el primer caso que se da en nuestra historieta. Por algo será.

LA HISTORIA

Por encima del Asterios Polyp de Mazzucchelli, del George Sprott de Seth y del Génesis de Crumb, Notas al pie de Gaza (Mondadori, 2010) ha sido la Gran Novela Gráfica publicada en Estados Unidos en 2009.
Un Joe Sacco maduro (admirable el despliegue gráfico y narrativo del que hace gala en este libro) vuelve a la franja de Gaza, el escenario del «infierno eterno», donde nunca cambia nada. Es un lugar perdido por la historia, y precisamente el proyecto de Notas al pie es recuperar la historia. Sacco el periodista se convierte en historiador para recordar los sucesos olvidados por la historia oficial, los hechos que son sólo «notas al pie» del relato hegemónico y aceptado. Este libro es, pues, la historia de dos matanzas sucedidas en 1956 en los poblados de Khan Younis y de Rafah, pero también la historia de su investigación en el presente. Por eso, la gran pregunta del libro, la pregunta a la que debe contestar Sacco continuamente es: ¿por qué desenterrar los muertos del pasado cuando tenemos tantos muertos nuevos que enterrar hoy?
Notas al pie de Gaza es un libro que explica cómo se escribe la historia. No sólo la historia de las matanzas de las que trata, o la historia de Palestina e Israel, sino la historia, en general. O la Historia, tal vez. Sacco reconstruye los hechos a través de testimonios orales de supervivientes, que bucean en sus recuerdos cincuenta años después, y descubre que esos testimonios son contradictorios, incompletos, inseguros. Como lo son los escasos documentos que quedan de los casos tratados. Y por eso hoy vivimos en el mundo de las microhistorias y de las historias locales, de la memoria personal y de la multiplicidad de relatos alternativos. La Historia como Gran Relato ya no es válida, porque desde que sabemos que es una mentira, no podemos olvidarlo, y no podemos creerla. Lo pasmoso es que Sacco lo pone de manifiesto de una manera que sólo puede funcionar en el cómic, y que está fuera del alcance de la literatura y el cine. En algunas páginas (véase, por ejemplo, 306 y siguientes), Sacco reproduce en cartuchos de texto el testimonio oral de los supervivientes, inserto en viñetas que visualizan lo que están contando. Pero cada viñeta reproduce la versión de un superviviente distinto que estuvo en el mismo hecho, y por eso cada viñeta muestra una realidad diferente. Ante nuestros ojos, la imagen misma -la realidad visual- de la historia se disuelve, y entendemos casi sensorialmente cómo la historia no es más que lo cada uno que queremos reescribir de ella. Una guerra política, al fin y al cabo. En cine o literatura, las diferentes versiones se habrían sucedido, pareciendo así que cada nueva versión sustituye o enmienda a la anterior, corrigiéndola y acercándonos un paso más a una supuesta verdad final. En el cómic, sin embargo, percibimos todas las viñetas a la vez, y por tanto todas las aceptamos con el mismo rango, y nos transmiten con mayor potencia la idea de que todas las verdades diferentes, juntas, son la Historia, y que la Historia es una mentira hecha de verdades.
Y esto, añadiría, no es algo que consiga el cómic por ser un arte secuencial, sino, al contrario, por la capacidad que tiene de presentar diferentes imágenes como simultáneas.
No intentaré agotar aquí todo lo que hay en Notas al pie de Gaza. Es verdaderamente un libro muy grande, un libro rebosante que, además, siempre sabe sorprender porque está contado con el pulso de un narrador excelso. La naturalidad con la que Sacco introduce el final -«El historiador podría seguir hurgando, pero se ha cansado y quiere retomar su vida, y sabe que lo mismo quiere el lector» (p. 382)- es de un maestro que sabe exactamente lo que está haciendo.
NUESTRA HISTORIA: Leyendo Notas al pie de Gaza no podía evitar recordar el proceso que yo mismo he seguido para escribir La novela gráfica. Igual que él buscaba reconstruir dos incidentes perdidos por la historia oficial, dos notas al pie de la misma, yo he tenido que escribir una historia del cómic a partir de las notas al pie del mismo, esos extravagantes y aislados cómics adultos que en distintos momentos y lugares aparecían sin motivo aparente alguno, sobre todo antes de 1967. Por eso no he escrito la Historia del Cómic, sino una historia del cómic, una de las muchas que se pueden y deben escribir y reescribir. Una verdad que no aspire a ser la Verdad, al menos no es mentira.

BOBOS


Durante la gira de presentación del Vecino que terminamos Pepo y yo hace unas semanas, hemos hablado bastante del Señor Jean de Dupuy y Berberian. La forma más fácil de presentar El Vecino 1 es describirlo como una mezcla de tres fuentes distintas: Spiderman, Señor Jean y Seinfeld. Sí, la realidad es más compleja, pero es una manera sencilla de explicarse y de poner ciertos temas sobre la mesa.
Si bien la influencia de Spiderman tanto Pepo como yo la llevamos grabada en el ADN desde niños y no la vamos a perder nunca, la de Señor Jean fue más un deslumbramiento momentáneo que con el tiempo fuimos dejando atrás. A mí esto no me ha ocurrido sólo como autor, sino también como lector. Con el paso de los años, cada vez me ha interesado menos lo que hacían Dupuy y Berberian, y especialmente Señor Jean.
Pero ah, siempre queda ese recuerdo de los buenos viejos tiempos, así que uno no se puede resistir cuando se le presenta un hermoso librito a color como este Bienvenidos a Bobolandia (Dibbuks, 2010), que recopila la serie que ha ido apareciendo en El Manglar, acompañada de páginas nuevas. Bienvenidos a Bobolandia se publica en Francia en Fluide Glacial, que es una revista satírica, y por lo tanto se le presume una intención principalmente humorística. El género es la crítica social, dirigida a un grupo muy específico: los «BoBos», que no son bobos como en español (la traducción del título es engañosa), sino «Bohemios Burgueses», lo que vendría a ser algo parecido a pijos enrollados o modernos con conciencia. Bienvenidos a Bobolandia ofrece el despliegue gráfico al que nos tienen acostumbrados desde hace mucho Dupuy y Berberian, un despliegue gráfico que, me temo, hace tiempo que da ciertas señales de fatiga: la nostalgia de los grandes dibujantes de prensa de los 50 y 60 es ya un lastre que a veces les pesa demasiado, y el denso color (no sé si perjudicado por el tamaño de esta edición) hace que a veces resulte demasiado recargado. Lo cual es contradictorio, cuando su estilo se basa en la ligereza del trazo.
Pero vale, un tebeo de Dupuy y Berberian siempre es bonito de mirar, y no es difícil de leer. Otra cosa es que este Bienvenidos a Bobolandia no sea ni tan gracioso como debería ser, ni tan mordaz como tal vez pretende. Porque la crítica es demasiado distanciada y fría. Todos los personajes resultan antipáticos y carecen de rasgos redentores, y finalmente el retrato de la modernidad que se nos ofrece nos resulta ajeno. Aquí es donde Juanjo Sáez es un maestro: en la implicación personal, en el factor humano, Juanjo consigue llevarnos de la mano al corazón de la modernidad, mientras que Dupuy y Berberian parece que están hablándonos de lo que ven a través de la tele y en las revistas. Finalmente, lo suyo no es tanto una crítica de los «BoBos» como de los medios. Pero me da la impresión de que no son conscientes de ello.
Sigo queriendo mucho a Dupuy y Berberian, tal vez ahora más que nunca, ahora que empiezan a parecer un poquito venerables, un poquito desbordados por todo lo que ha venido después de ellos y a veces también gracias a ellos. Y Bienvenidos a Bobolandia es una lectura decente y entretenida, y la mar de bonita. Pero han perdido la posición que tenían hace tan sólo 10 años. Lo cual es una prueba de lo rápido que está cambiando el cómic contemporáneo.

POSTHUMANO

Desde hace unos meses, Apa Apa ha asumido en nuestro país el papel de editorial de cómic de vanguardia, y ahora acaba de hacer el esfuerzo de traernos un manga de vanguardia, lo cual confirma su compromiso con una posición artística insobornable y hace que les deseemos la mejor de las suertes posibles, porque la van a necesitar para abrirse camino en nuestro mercado con este tipo de productos extraordinarios.
A lo que vamos, Viaje (Apa Apa, 2010), de Yuichi Yokoyama, es una novela gráfica sin texto y sin un argumento evidente. Lo que se nos narra es el viaje en tren que realizan tres pasajeros anónimos, y el viaje en tren carece de sucesos o accidentes notables. Toda la atención se va en detalles nimios del decorado y los personajes que aparecen en el trayecto, pero sin ningún tipo de desarrollo dramático en el sentido clásico (hay cierto dramatismo gráfico, eso sí). Al final del libro aparecen unas notas del autor que son como comentarios descriptivos de lo que aparece en las viñetas.
Quien necesite un argumento convencional, un significado discernible o una simbología evidente en este libro, no debería tener muchas dificultades para encontrarlo: Los tres adustos conductores del tren serían los hados que guían a los pasajeros por el viaje de la vida, un viaje que no podemos detener ni desviar, y en el que nos sentimos incapaces de conocernos, aislados en un mundo puramente físico. El final del viaje es el rompeolas, el mar, un símbolo clásico de la muerte y el más allá.
Ahora, quien quiera saber de qué va de verdad Viaje tendrá que aceptar como tema el movimiento -no sólo el del tren, siempre hacia delante, sino el movimiento interno de los pasajeros dentro del tren-, tendrá que aceptar las texturas y las líneas cinéticas (en New Engineering, la obra anterior de Yokoyama publicada en Estados Unidos, también las onomatopeyas tenían un protagonismo principal, pero aquí han desaparecido), tendrá que aceptar el propio lenguaje del cómic como asuntos sobre los que versan estas páginas. Todo lo demás, todo lo humano, todo el contenido que normalmente se considera origen y fin de una obra, es completamente irrelevante aquí.
No se me ocurre otra palabra para definir Viaje más que posthumano. Podría decir que la fascinación de Yokoyama por los mecanismos y su funcionamiento recuerda a los cuadros maquinales de Francis Picabia, pero como estamos hablando de tebeos, lo primero que me ha venido a la mente han sido los ingenios imposibles de Rube Goldberg o, mejor todavía, los inventos del Profesor Franz de Copenhague. No es que Yokoyama esté influido por nada de esto -todavía no he llegado al punto de decir semejantes tonterías-, sino que, como en los inventos del Profesor Franz, en las páginas de Yokoyama la máquina parece cobrar una vida propia y escapar del control del humano que, aparentemente, la puso en funcionamiento, pero que ahora es sólo parte del decorado, o, peor aún, sólo un engranaje más. Un mecanismo al servicio del mecanismo.
El verdadero protagonista de Viaje es el tren, pues, y no sus pasajeros. Todo parece contado desde su punto de vista, desde los ojos sin ojos de ese ensamblaje de hierro, cables, plástico y vidrio. Los pasajeros se muestran serios, decididos y enérgicos en sus movimientos. Cada detalle parece importante, cada mirada, siniestra. Pero es como si lo estuviéramos viendo todo a través de un ojo alienígena que no entiende el comportamiento humano y por tanto sospecha que todo lo casual es deliberado, todo lo nimio, trascendental.
Hablar de vanguardia japonesa en cómic es situarnos en un terreno muy alejado de nuestra experiencia, y nos faltan referentes para acabar de entender por completo su significado. En la antología Robot que publicó Glénat, en las páginas espeluznantes de Shintaro Kago que hemos visto por internet, hemos intuido propuestas tan extrañas o tan extremas como la de Yokoyama. Hace poco, comentaba en este mismo blog The Box Man, un manga de Imiri Sakabashira publicado en Estados Unidos y todavía inédito en España que parece compartir cierto espíritu con este Viaje. Sin embargo, en la entrevista con el autor que se incluye al final de Viaje, Yokoyama no cita ningún cómic como referencia, sino que se presenta a sí mismo como artista plástico que ha elegido la historieta como medio por conveniencia. En esa entrevista habla de su deseo de transmitir «nueva información», algo que perdure y no sea simplemente «oficio», que es una cosa en la que coincide con el gran maestro de la vanguardia norteamericana, Chris Ware. Yokoyama revela también en sus palabras una intención mesiánica, una visión de sí mismo como artista heroico, y como transmisor de visiones que le llegan desde la trascendencia. Una visión del arte un tanto caduca, que recuerda un poco cómo se presentaba Dalí, que intentaba interpretar sus propias visiones mediante el método paranoico-crítico. La diferencia es que Yokoyama sólo intenta describir.
Creo que todavía no estamos en condiciones de entender mucho más a Yokoyama, lo cual es maravilloso porque preserva su sacrosanto misterio. Sé que muchos se preguntarán por qué querríamos leer un tebeo que no tiene argumento, un tebeo que no nos cuenta una historia. Por lo mismo por lo que miramos por la ventanilla cuando viajamos: para ver qué viene a continuación.
LA RECEPCIÓN DE YOKOYAMA: La publicación de Viaje en español ha provocado una pequeña plaga de reseñas. Como fenómeno extraño que es, Yokoyama ha estimulado a los críticos y blogueros de cómic a dar lo mejor de sí mismos, porque, efectivamente, se presta a tantas interpretaciones que todo el mundo se anima a jugársela a cambio del premio de ser reconocido como el que por fin desentrañó el misterio inexplicable. Sí, es cierto que Viaje funciona como un test de Rorschach para que la gente se retrate en su ansia de ser el más listo de la clase, pero si nos dejamos de cinismos, también es cierto que la cantidad de (acalorados) comentarios que ha suscitado esta obra también demuestra que aquí la gente tiene ganas de hablar de tebeos, y de hablar de tebeos en serio. Que muchos lectores están dispuestos a dejarse sorprender y que reaccionan de manera formidable ante el desafío. Es más, es obvio que estaban deseando recibir desafíos que no llegan con tanta frecuencia como sería deseable. En todo caso, como Viaje es una obra abierta a todos, recomiendo darse un paseo por los siguientes posts y sus correspondientes comentarios. Ahí está la blogosfera española, candente y en todo su esplendor:
Viaje en entrecomics.

EL BUENO

Uno de esos acontecimientos editoriales que pasan inexplicablemente desapercibidos en nuestro mundillo se ha producido en los últimos meses: ha aparecido el primer tomo de Cuttlas integral (Glénat, 2010), que recopila el material correspondiente a los dos primeros libros del personaje de Calpurnio Pisón, publicados originalmente en 1992 y 1997. El libro tiene un formato y apariencia ideales: grandote para que se vea bien el monigote, pero de tapa blanda para que sea manejable y dúctil, no severo, ni grave, ni novelográfico. Más o menos como es el propio Cuttlas.
Este primer Cuttlas es deslumbrante, imaginativo y lúdico, como la mayor parte de la vanguardia. A Calpurnio le chorrean las ideas por las orejas, y según lo leía a mí me daban ganas de sacar una libreta para ir apuntando temas a desarrollar (plagiar) en historietas del Vecino. Porque este Cuttlas es tan rico y generoso que de cada palitroque suyo se puede construir una casa completa. En cada trazo está todo contenido. Igual que la música electrónica que tanto apasiona a Calpurnio es código digital, también lo es Cuttlas, que en muchas ocasiones funciona como una recombinación de piezas. El chiste no está (sólo) en el metagénero, sino, sobre todo, en el metalenguaje o el metacódigo. Sí, Cuttlas es vanguardia, pero la vanguardia no tiene por qué ser hermética, puede expresarse en el humor, y eso ya lo sabía Ramón Gómez de la Serna. Que, por alguna extraña razón, me ha venido a la cabeza al pensar en Calpurnio.
Aprovecho para recordar que no hace mucho que Glénat publicó (en un formato completamente distinto, pequeño) el último recopilatorio de la serie (Sólo somos monigotes, 2008), que incluía historietas publicadas en 20 minutos entre 2006 y 2008. El Cuttlas último no está tan fresco, pero sigue siendo una lectura estimulante e ingeniosa. El talento, ya veis, se estira y se estira, y dura y dura...

EL CLUB DEL MONIGOTE: Son nuestra vanguardia, pero casi nunca entran en las discusiones de los entendidos: Calpurnio, Juanjo Sáez, Felipe Almendros... Practicantes del noble y complejo arte del monigote, que además llegan al público (en el caso de Calpurnio y Juanjo, por vías inéditas para los más comiqueros, en el caso de Felipe creo que podría triunfar si tuviera la oportunidad), desdibujan -nunca mejor dicho- un poco la faz de nuestro cómic, con frecuencia demasiado preocupado por problemas de calidad, y poco por problemas de cualidad.

ÉL

Hace poco hablé aquí de Juanjo Sáez y destaqué que su cualidad principal es el talento. El talento supone saber estar en un sitio, saber situarse y saber contar lo que ve desde ese sitio al público que uno sabe que le está escuchando. El talento lleva a crear una obra tan personal que se confunde con el autor. El público, cuando pide más obra, está pidiendo en realidad más del autor. Es el carisma de Warhol, que alguien quiso comercializar. Y el talento de Juanjo Sáez tal vez se parezca más que a nadie al de Warhol, con su sofisticada sencillez, con su sonrojante obviedad que nos deja desconcertados y sin contestación con el mínimo gesto.
Este nuevo libro de Juanjo Sáez se titula Yo. Otro libro egocéntrico de Juanjo Sáez (Mondadori, 2010) y no puede tener un título más descaradamente autobiográfico en una época en la que el cómic autobiográfico ha alcanzado las primeras posiciones en la historieta internacional. En un momento determinado, Juanjo defiende la decisión de presentarse directamente ante el público, y rechaza la retórica escapista de la ficción: «Más cobarde es inventarse un personaje y hacerle decir lo que tú no te atreves» (p. 78). Y, sin embargo, a lo largo de todo Yo, yo tengo la sensación de que Juanjo nos está escamoteando su verdadero yo, y que tal vez haya una mayor sinceridad personal en Arròs covat, gracias precisamente a la libertad que da el traje de la ficción. A través de personajes, en efecto, nos revelamos como no nos revelamos directamente.
Porque tengamos en cuenta que éste es el libro de la madurez de Juanjo, el libro en el que por fin el niño prodigio se ha hecho mayor -o al menos nota que se está haciendo mayor- y percibe que tiene que abrir nuevos capítulos en su relato. Sustituir la moda, la noche y las tribus adolescentes por la política, la muerte y los temas «de mayores». Es decir, la crisis. Y en el libro no hay nada de la crisis de Juanjo Sáez, sólo de las reflexiones hechas a posteriori por Juanjo Sáez. Sabemos que algo le ha pasado, pero no lo hemos visto. Sólo le hemos visto cerrar la puerta de casa y salir al descansillo a transmitirnos la sabiduría que ha adquirido a través de esa crisis.
Este tipo de autobiografía sentimental que se expresa a través de aforismos y lecciones vitales de sentido común convierte Yo en una especie de manual de autoayuda para modernos. La división de Juanjo entre su personalidad expresa y su «otra» personalidad le lleva a reproducir los esquemas del análisis transaccional, que facilitan el entendimiento de nuestros propios problemas de personalidad, y con ello, la resolución de los mismos. La autobiografía como ejemplo siempre ha tenido ese valor de ayuda espiritual: nos sentimos reconocidos en otros y aprendemos lecciones para nuestra propia vida, como en una terapia de grupo. Por eso tienen tanto éxito obras como Fun Home, y por eso Juanjo a veces se convierte -probablemente sin desearlo- en una especie de apóstol para la descreída tribu indie. El mensaje se verbaliza muchas veces («La emoción es lo importante», p. 130, es una de las máximas que indefectiblemente siempre van a calar hondo en cualquier lector), pero es aún más explícito cuando aparece representado a través de esquemas gráficos, como en los pasajes de «Fuerza interior», que parecen apropiados para proyectar en grupo como mantra visual jaleado por todos al inicio de una sesión terapéutica colectiva.
Lo malo de una crisis es que no tiene vuelta atrás. Se puede salir de ella, pero no se puede volver a lo que era uno antes de ella. Hay que ir siempre hacia delante. Es lo que le pasó a Eddie Campbell con la autobiografía y con su propio personaje autobiográfico, sumido en una crisis tan enorme que después de El destino del artista se ha entregado de nuevo a la ficción de género. Lo interesante de Yo (entre otras cosas, claro, porque cualquier libro de Juanjo Sáez tiene mucho interés por diversos motivos; en este caso, por ejemplo, sólo la excelente colección de tiras publicadas previamente en diversos medios ya justificaría el volumen) es que nos deja preguntándonos por dónde saldrá el autor de esta crisis, cómo será su próximo paso más allá. La madurez no supone sólo hacerse mayor, también supone un mayor dominio del entorno y de su historia. Es obvio que Juanjo tiene un mayor dominio del medio cómic en este libro que en los anteriores: es más visual, hay menos apoyo en el texto en prosa para explicar las cosas, hay una mejor economía narrativa y un extraordinario equilibrio entre lo gráfico y lo verbal. Qué coño, Juanjo se está convirtiendo en un virtuoso a su pesar, y sabe ahora demasiado como para ser tan espontáneo como en su primer libro. A la espontaneidad se llega por la vía de la ignorancia, y un primer libro sólo se puede publicar una vez.
Quizás por eso entendemos muy bien lo perentorio del último mensaje que nos deja Juanjo el terapeuta antes de cerrar el libro, el lema que parece destinado a reproducirse en camisetas que (nos) hagan más felices a sus portadores: «Déjate llevar».

lunes, 5 de abril de 2010

ÉL ME HA MATADO

David Sánchez es un fenomenal ilustrador que se ha hinchado a vender camisetas modernas y que hace las irresistibles portadas de la exquisita editorial Errata Naturae (precisamente me acabo de leer uno de sus títulos). Y David Sánchez acaba de publicar su primer tebeo (ejem, su primera novela gráfica) con Astiberri: Tú me has matado. Es una recopilación de una serie de historietas que ha ido sacando en El Manglar (Dibbuks), completada con material nuevo y ordenada de forma diferente a como se publicó originalmente. Y para servidor, es de los tebeos más alucinantes que se han publicado en España en los últimos meses (¡y mira que van unos cuantos!), y presumo que uno de los más alucinantes que se van a publicar en 2010.
A David se le rastrean muy rápido las influencias: Charles Burns por encima de todo y de todos, y a la diestra del padre Agujero Negro se sientan Mezzo y Pirus, y a la siniestra Jason. David otea el mismo panorama por el que en su día merodearon Montecarlo y Montana (Historias raras), y a veces roza las fronteras del país de los mitos perdidos de Tim Lane. David luce esas influencias con el orgullo de quien se sabe con personalidad propia y sin nada que ocultar. Lo que vende es genuino. Basta empezar a leerlo para descubrirlo.
Tú me has matado zumba con el rumor de una batidora iconográfica donde se revuelven muchos tópicos de la América de género perversa: el país de las pesadillas que duerme a la sombra del país de los sueños. La severa perfección del trazo y el color de David hacen más perturbador lo trastornado de una historia que se mueve en círculos, hasta que parece que no se mueve, sino que cada viñeta es un espejo de otra y todo se ha quedado congelado. He dicho género, sí, pero este género está anestesiado. A veces los dibujos de David parecen una ventana para asomarse al abismo, y otras veces parece que el abismo sólo es papel pintado pegado sobre un muro. Un abismo de pega y chiquitito copiado de algún sitio. Como me quedé con la duda (y como me gustan tanto los dibujos de David que no me canso de mirarlos), la segunda lectura de Tú me has matado la hice con un cuaderno al lado, apuntando cuidadosamente qué personajes salían en cada escena y qué pasaba en cada una de ellas. Y al terminar seguía sin saberlo, pero estaba más convencido de que sí podía haber un abismo.
Creo que para entonces ya me había caído en él, sin darme cuenta.
He empezado diciendo que David es un ilustrador fenomenal. Lo interesante es que aquí demuestra que, además de dibujar bonito, sabe de qué van los cómics. Cómo se escriben y eso. Por ejemplo, entre la página 36 y 37 hace una elipsis de maestro. Es profundamente horrible y cómica a la vez, y no habría funcionado de otra manera. En la página 76, viñeta 2 (pero esto ya es del final, así que deja de leer inmediatamente, a menos que ya hayas leído el tebeo), no se ve el disparo hasta que no se vuelve sobre la viñeta cuando se descubren las consecuencias del tiro, en la página siguiente. Y esto me ha pasado las dos veces que he leído el tebeo. O sea, la segunda vez, sabiendo ya que en esa viñeta se producía el disparo fatídico, volví a no verlo.
Sobre la historia: David deja un reguero de pistas para seguir a lo largo de todo el libro. Uno puede seguirlas o no. Yo no las he seguido, de modo que no sé si lleva a algún sitio o sólo a chocar con la pared que hay detrás del papel pintado que simula un abismo. Pero es que yo prefiero que los misterios se mantengan eternamente indescifrables. Mucho más divertido, ¿no?
Sólo puedo decir que después de leer Tú me has matado, tengo muchas ganas de leer lo siguiente que haga David. Y tengo muchas ganas de leerlo ya.

domingo, 4 de abril de 2010

LA NOVELA DEL VIGILANTE

En The Watcher and The Tower ya se han leído La novela gráfica, y nos dejan una pormenorizada crítica del libro donde se intercambian ideas con el texto original. Que para eso está.

sábado, 3 de abril de 2010

LA NOVELA DEL MUNDO

«Guía de la madurez del cómic» es el título del reportaje de Lucía González sobre La novela gráfica que hoy aparece en elmundo.es.

viernes, 2 de abril de 2010

LA NOVELA DE EFE

Hoy se ha publicado un artículo de Vera Blanco para la Agencia Efe sobre La novela gráfica. Por tanto, es muy posible que durante los próximos días lo veáis reproducidos en diversos medios, tanto nacionales como locales. Uno de los primeros que se ha hecho eco es adn.es.